Un recorrido de emociones provenientes de La Habana en fotos y de palabras tan contradictorias como la isla. Las calles no sólo gritan revolución de la mano de la educación
Por Romina Bianchi
@rominapbianchi

Se respiran historias al caminar sobre los adoquines consolidados al sol y al calor de las casas, con sus ropas libradas al viento – mejor dicho a la humedad- narrando leyendas de amor a José Martí y al Che Guevara. Y en medio de la plaza abrazada por una escasa sombra, la gente pone en venta sus hogares; colocan carteles siendo su cuerpo el sostén e inmobiliaria; sus palabras oficiando de vendedoras.
En ese instante de nuevas miradas, logró desplomarse una melodía unísona de la balconada a la plaza, del aire a la calle, desde una ventana hacia los sentidos que buscaban, con firmeza, el cantar de las gaitas. Ahí estaban en mano de dos muchachos mirándose a los ojos, en lo alto de La Habana, al compás de los pasos y de los hombres de paso.


Los días pasaron sintiéndose música, apreciándose como notas agradables, como parte de una revolución cultural (en contrapunto al capitalismo), encontrándose en la crítica, en el intercambio, denunciando y siendo trabajo para la gran mayoría de los habitantes de la isla.
Es transitar y ver al son de la mano de los chiquilines en el colegio, en un barrio de pescadores, floreciendo a partir una educación privilegiada –comparándose al resto del mundo-, llevándose el ritmo, los tiempos y los compases en forma de cuerpo. Cuerpo tomando conciencia de las expresiones artísticas y revolucionarias. Al fin y al cabo, hallarse en los canales del arte, desde su nacimiento, es revolución, ritmo y libertad.


Y en un suspiro la independencia se convirtió en eco para destrabar conceptos a los cuales, como seres sistemáticos, son difíciles de inferirle un significado paralelo cuando estamos inmersos en mares diversos, alejados de los ideales de vida que constituye a Cuba, con las contradicciones, grandes y sencillas a la vez. Solo hay que nadar en esas aguas –por momentos de limitada circulación-, comprenderlas, disfrutarlas y tomar el sabio amanecer de aquellos que son fruto y cultivo de una constante evolución.







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