Dos franceses, retratistas de una vida que muchos imaginan y pocos conocen de verdad, presentan Sofá de la Habana. Un documental que permite comprender al verdadero ser cubano.
Por Romina Bianchi
@rominapbiachi

“El hombre tiene dos madres: la naturaleza y las circunstancias”, José Martí
Un hombre común sobrevive en el Malecón y una viejita con los años bien llevados y un vestido blanco como si fuese de fiesta vende cuernos en la costanera y compra comida con su libreta en brazos para poder subsistir con la jubilación de 200 pesos cubanos, 30 pesos argentinos. El amor, el dolor y la felicidad de seguir en su tierra enmarcan el lugar de la eterna revolución, a veces en total acuerdo y otras con resignación o indiferencia como así lo dejan entrever Magda Wodecka y Gregory Szeps, los jóvenes periodistas y directores enamorados de la isla.
En siete kilómetros se envuelve una mágica simplicidad repleta de son y costumbres solidarias. En cientos de días, la vida se torna más difícil, pero no imposible, ni amargada. “Allí, asumen una mentalidad de lucha constante. Allí, nada se pierde, todo se repara y soluciona a fuerza de voluntad”, describió Magda con gran expresividad y tono cubano, aunque no lo sea, porque así siente una isleña más, con amigos, mas que amigos hermanos, que supieron compartir lo maravilloso de su cultura de la que la directora se agarra con toda fuerza. “A lo cubano, quiere decir luchar contra la corriente, solucionar y afrontar con total sonrisa cualquier tipo de conflicto”, agregó.
A veces esos problemas se transforman en música para los oídos de los turistas o en poesía bonita para los pobladores y trovadores porque a través de sus letras se deslizan sus pasares, sus dichas y desdichas, sin embargo hay otras realidades que aún no fueron contadas al mundo, mejor dicho, al nuevo contexto del cual se delinea La Habana. Por suerte, el valor de un pueblo y el cambio justificado –o no- de una la sociedad entera permite que un de los actores principales (reales) del Sofá de la Habana exprese con orgullo su homosexualidad: “Hoy, gracias a Mariela Castro, directora del Cenesex e hija del presidente Raúl Castro, somos más respetados y hasta se puede cambiar de sexo de manera gratuita”, confesó Yanucci.
Conocer La Habana de cerca es una aventura, empero de otra manera no sería posible poder conocerla de verdad. Los directores, probaron el verdadero socialismo cubano y hasta Magda contó que aprendió a comprar e intercambiar alimentos mejor que los cubanos. Compartieron camionetas con destino a los campos donde solo podía visibilizarse las cañas, pero dentro de ella se componía de un montón de sensaciones, charlas de política, emociones y melodías. Mucho amor y esperanza de un país que sabe convivir en una revolución más que política, mental.
Sofá de La Habana (2011) fue seleccionado para participar en los siguientes festivales internacionales: Terra di Tutti Film Festival (Italia), el Festival Internacional del film Insulario (Francia), el Festival International du Film Black de Montreal (Canadá), el XXVIII Festival de Cine de Bogotá (Colombia) y el Festival Internacional de Cine Cubano de Munich (Alemania). También se postula para los festivales de cine de Colima (México), Extremadura (España), Gramado (Brasil), Santa Fe de Antioquia (Colombia), el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana (Cuba), la Muestra Internacional Documental de Bogotá (Colombia) y el Festival de Cine de Mar del Plata (Argentina).



