Volver a los escenarios no solo significa poner el cuerpo en escena, sino también hablar de lo indecible. «Escandinavia» es el regreso del consagrado Rubén Szuchmacher en la aventura de mostrarse y ser mirado.

Por Manuel Leiva
manuleivam[@]gmail.com

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Todo podría condensare en una larga noche de duelo. La muerte del compañero de vida del protagonista irrumpe luego de una profunda agonía. Durante este recorrido final han compartido la lectura de un best-seller, Escandinavia.

Sin embargo, algunos asuntos quedan pendientes. Antes de partir, el muerto realizará un último pedido. Cumplir esta voluntad será una misión osada, pero devendrá en el desenlace de la historia compartida.

Atravesado por la historia de dos hombres, el monólogo reflexiona acerca de lo ausente, lo perdido. Pone en palabras la transformación que implica un momento de la vida, la circunstancia de la muerte.

Luego de varios años de no subirse a un escenario como actor, esta obra es el retorno del reconocido y prestigioso director a la actuación. Rubén Szuchmacher, en un excelente trabajo corporal y de movimiento, construye no solo el recorrido por diferentes espacios (la casa velatorio, una cárcel, la quinta de Rauch), sino también el mundo interior de este personaje: un hombre devastado por una pérdida que deberá seguir adelante.

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Revista Dínamo: ¿Por qué decidiste volver a la actuación?

Rubén Szuchmacher: Volví a la actuación en teatro por una necesidad de recuperación de mi cuerpo. Con tantas pérdidas que había tenido, sentía que era invisible, que no era visto por los demás. Entonces pensé que la vuelta a la actuación podía ser una manera de volver a ser mirado, y de sentirme expuesto a las miradas de los otros. Por supuesto que eso no es el único motivo. También quería volver a sentir la tensión que significa actuar. La enorme adrenalina que hay en la actuación. Una manera de estar muy vivo.

RD: ¿Qué desafíos te presenta este texto como actor?

RS: Principalmente, el hecho de que estoy solo sobre la escena. Que no tengo otra apoyatura que mí mismo. Y al no haber compañero en la escena intentar establecer el mayor contacto con los espectadores. Los monólogos tienen ese desafío para los actores.

RD: El trabajo en escena es muy despojado, ¿qué relación se establece con lo ausente y lo perdido?

RS: Precisamente, la elección artística del vacío en la escena y la iluminación de ese espacio vacío están al servicio de poner dar cuenta perceptivamente de lo ausente y de lo perdido. Ese cuerpo está muy solo en ese espacio, como si nada lo pudiera acompañar, ni siquiera consolar.

RD: Esta obra recupera la historia de dos hombres, compañeros de vida, ¿cómo transitó tu generación la homosexualidad?

RS: Es cierto que la obra trata de la historia de dos hombres, pero en ningún momento se plantea como una obra de “temática gay”. Son dos hombres, porque es un resto de la historia real (yo perdí a mi pareja hombre hace cinco años), pero no se trata de eso. Al menos, la obra no se propone tematizar sobre la problemática de lo “gay”. Creo que la obra es bastante democrática, pues liga a cada espectador con su propio muerto, sea este la pareja, un pariente, o un amigo. En cuanto a cómo transitó mi generación la homosexualidad, diría que hicimos lo que pudimos en medio de la represión de las dictaduras y de los prejuicios. Hubo muchas estrategias de sobrevivencia, no similares, pero sí bastante ricas porque había que usar la astucia todo el tiempo.

RD: En la actualidad, ¿Qué implica poner en escena obras que aborden la cuestión homosexual?, ¿el teatro es un espacio para profundizar debates sociales y políticos?

RS: Creo que Escandinavia es posible de ser hecha de esta manera porque algunos temas fueron avanzando en la sociedad civil. Sin el matrimonio igualitario esta obra hubiera sido una rareza, o hubiera puesto en primer plano el tema homosexual. No era la intención, por otra parte. Igualmente, creo que poner en escena obras que aborden “la cuestión gay” puede obedecer a la necesidad de reflexionar sobre ciertos temas que son complejos de pensar y que el teatro durante mucho tiempo, por represión, dejó de lado. Pero también puede ser una forma de oportunismo frente a un público que consume bastante. No todo teatro es un espacio de reflexión. Pero eso es otro tema.

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Escandinavia
Dirección: Rubén Szuchmacher – Lautaro Vilo
ELKAFKA Espacio Teatral
Lambaré 866, Villa Crespo, CABA.
Funciones: jueves a las 21 (últimas funciones)
Reservas: 4862-5439, elkafka@gmail.com o en el sitio de Alternativa Teatral

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