Un día de verano, obra del autor noruego Jon Fosse, es una historia sensible. El director Alfredo Staffolani hizo su propia versión respetando su densidad y existencialismo

Por Gabriela Koolen

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Un día de verano es una obra de un autor noruego, Jon Fosse, que cuenta el devenir de una relación amorosa a través del tiempo. Para hacerlo, utiliza el relato de una mujer mayor, que recuerda el último día que estuvo con su marido antes de que saliera a navegar y no volviera”, dice el autor, actor y director de teatro Alfredo Staffolani para definir la pieza que decidió montar. Enseguida señala que el mecanismo de escritura de la misma -aparentemente simple y bastante utilizado por el teatro- tiene la particularidad de poner en el mismo plano al presente y al pasado, haciendo dialogar a uno con el otro constantemente. “Es una obra que no hace foco únicamente en su dimensión realista, sino que la carga de sentido a través de un discurso intenso sobre la vida y la muerte”, señala.

Revista Dínamo: ¿Por qué elegiste trabajar con esta obra de Fosse? ¿Qué fue lo que te atrapó?
Alfredo Staffolani: Elegí a Fosse luego de haber trabajado como actor en su obra El Nombre -que dirigió Analía Fedra García tres años atrás. Me interesa como autor primero para ser leído, y creo que tiene muchas posibilidades escénicas y de actuación, que a la vez son un desafío para poner en el espacio. No es un tipo de autor al que se puede abordar desde la mirada costumbrista porteña, y eso también me interesa. Hay un distanciamiento en la actuación, un trabajo técnico con la palabra y el relato, y sobre todo un extrañamiento del lenguaje narrativo y estético que me sedujo como experimentación. De esta obra en particular, me atrapó la sensibilidad con la que se acerca a un tema sencillo, y la densidad que alcanza el mecanismo de escritura, a partir de un conflicto conocido y muy transitado por la literatura dramática.

R.D: ¿Cómo fue el proceso de adaptación teniendo en cuenta el contexto local en el que se representa esta obra?
A.S: La obra está escrita en noruego contemporáneo. Yo trabajé con una última versión propia, previamente traducida del noruego al inglés. El texto no fue modificado ni en estructura ni en regionalismos. Partimos de la base de que la historia transcurre en Noruega, en una ciudad en la montaña, similar al lugar donde fue escrita. Lo más complejo fue descubrir qué de ese universo de la naturaleza -los fiordos y el frío- hacían sentido en nuestra comunidad de sentido, sin perder los signos que le dieron identidad a la obra. En Argentina no hay fiordos por ejemplo, y el personaje principal pasa todo el día en un fiordo. Entonces, tuvimos que situar esa imagen con mucha claridad para el espectador, y para que los actores pudieran investigar imágenes concretas a la hora de pasar las palabras al cuerpo.

R.D: ¿Cómo fue el trabajo para montar la obra y cuáles fueron los principales desafíos?
A.S: La dramaturgia europea contemporánea está muy poco vista en Buenos Aires en el teatro independiente. Tiene que ver en alguna medida con que los derechos de representación son muy caros. Por otra parte, hay una tradición teatral en Buenos Aires de autores, actores, directores y productores ensamblados en una misma persona, que trabajamos sobre nuestras obras y experimentamos sobre un tipo de lenguaje, y ese es nuestro principal motor creativo. Me incluyo en esto porque Un día de verano es la primera obra no escrita por mí que dirijo. El desafío fue grande, teniendo en cuenta que la elección suponía no adaptar, ni traer, ni ir a buscar recursos en los modelos de producción de las obras locales, sino descubrir a Fosse a través de su universo sensible, y poder ponerlo en una mesa de trabajo con los actores y el resto del equipo creativo. Además, es un texto que cruza dos voluntades teatrales: el realismo heredado de Ibsen, el existencialismo que Fosse trae de su formación en filosofía, y su aporte a la poesía nórdica, que en general es bastante fragmentaria, mística e impregnada por las secuelas de un clima feroz y muy determinante de las conductas humanas.

R.D: ¿Y el trabajo con los actores? ¿Qué buscabas en cada personaje?
A.S: El trabajo con los actores fue lo más interesante del proceso. Sobre todo para encontrar una propuesta de actuación colectiva, que no estuviera teñida de las ideas de escenas realistas que nos acostumbramos a ver y a actuar en nuestros procesos de formación. Tuvimos además la suerte de tener en el grupo a María Ibarreta, portavoz principal de la historia, quien aportó su experiencia -es una persona con mucha historia en el teatro argentino- y ayudó al diálogo y al encuentro con sus compañeros: María Dupláa, Fabián Carrasco, Fabiana Falcón, María Eugenia López y Juan Manuel Castiglione. Lo más complejo de actuar en las obras de Fosse tiene que ver con el cruce de situaciones simples, intervenidas por un discurso muy pesado que reflexiona sobre el vacío y la desesperanza de esas mismas situaciones. Por eso es importante estar atento a los movimientos del texto y su resonancia sensible y comunicacional. El foco estuvo -ya que la obra establece un vínculo entre personajes actuales y ellos mismos en el pasado- en poder ecualizar los tonos, y encontrar un equilibrio entre lo dicho y lo no dicho, ya que los personajes también se sostienen en estas obras por aquello que eligen no decir.

R.D: ¿Cómo te sentís con el resultado de la obra y la respuesta del público?
A.S: Estoy contento con el resultado, y sigo trabajando con un nuevo elemento que es el público, acompañando el proceso de transformación que la obra tendrá de ahora en adelante. Grupalmente, observamos que este tipo de autores y textos no habilitan a una respuesta tibia o neutral en la mirada, sino que hablan de una forma de hacer teatro, un tipo de actuación y un tipo de espectacularidad que gusta o no, aburre o no, y te involucra o no. Eso para mí es muy estimulante, porque separa a la obra de la inmunidad del que viene a ver y acostumbra a irse de la sala de la misma manera, sin nada, o con muy poco. Yo quiero que los espectadores se transformen, incluso cuando se duermen o se ríen de manera insoportable.

Foto prensa Un dia

Un día de verano
Director: Alfredo Staffolani
Actores: María Ibarreta, María Duplaá, Fabián Carrasco, Fabiana Falcón, María Eugenia López y Juan Manuel Castiglione

Teatro del Abasto
Humahuaca 3549, Ciudad de Buenos Aires
Funciones: Lunes 21 hs. – hasta el 9 de diciembre
Entradas: $70 – Estudiantes y jubilados: $50
Reservas por Alternativa teatral o al 4865-0014
Sitio de internet: www.undiadeverano.com.ar

http://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=L2nOMp0mHY4

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