En San Telmo, hay un refugio para los libros usados, que están preparados para ser descubiertos por nuevos lectores
Por Agustina Ordoqui
@agusinha
San Telmo puede ser para muchos, y con razón, un barrio ideal para descubrir antigüedades y llevarlas de vuelta a la vida cotidiana. En sintonía con el lugar donde se ubica, la librería El Rufián Melancólico propone un universo de libros viejos y usados que aguardan a que alguien los descubra. Su dueño Enrique Nicolás Tempone cuenta a Revista Dínamo que esta librería es “una verdadera aventura” y que visitarla conllevará casi siempre la sorpresa de un hallazgo.
“Acá se pueden encontrar las más variadas temáticas, según los azares y las compras que surjan. Hemos tenido magníficas bibliotecas de ciencia ficción, de arquitectura, de policiales, de primeras ediciones, de historia argentina, y muchas rarezas y tesoros que solo pasan una vez en la vida”, enumera. “Pero creo que las librerías de viejo son lugares mágicos para visitar sin saber muy bien qué se busca, aunque casi seguro que algo se va a encontrar”, agrega.
Ese elige tu propia aventura que propone El Rufián es su distintivo. “El mundo de las librerías de viejo, o de lance, siempre fue el que más me interesó. Cada librería de viejo es única y el material disponible es siempre cambiante. Las de nuevo, generalmente, están subordinadas al negocio editorial, y conociendo una ya conocés a todas, porque son los mismos títulos que se repiten los que están a la venta”, explica Tempone.
En El Rufián Melancólico, los libros brotan de a borbotones, apilados, a punto de tirarse de una repisa o en cajas. También pueden pasar desapercibidos ante la impactante escultura de Yoel Novoa, quien inició junto con Tempone el proyecto de la librería. “Él, como escultor y librero, decidió exponer su obra mezclada con los libros. El visitante pudo disfrutar varios años de esta muestra permanente. En la actualidad, sólo queda una gran escultura que sobrevuela bajo la bovedilla”, indica.
A pesar de que la cantidad de libros puede asustar, en El Rufián los lectores pueden encontrar en Tempone a un verdadero librero, listo para ayudar a encontrar un diamante en bruto perdido entre tantos papeles. Porque, aparte, él es un amante más de la literatura: “Mi amor por los libros surge en mi niñez, gracias a la extraña fascinación que ejerció sobre mí la biblioteca de mi viejo, de la que tomaba todo tipo de libros para leerlos compulsivamente. Cuando en 2001 me quedé sin trabajo decidí vivir rodeado de libros”, afirma.
Tempone agrega que “el oficio de librería es apasionante”, y una de sus maneras de canalizarlo es con el blog de El Rufián, donde él y Hernán, con quien trabaja, hacen recomendaciones y comparten anécdotas con los libros como denominador común.
El Rufián Melancólico
Bolívar 857
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