En “Los perros de Riga”, de Henning Mankell, el detective Kurt Wallander se escabulle por las calles de una ciudad trémula.
Por María Luján Torralba
“Hizo un esfuerzo por recordar todo lo que sabía del país al que acababa de llegar. La semana anterior apenas habría podido ubicar correctamente los tres países bálticos en un mapa: Tallin bien podía haber sido la capital de Letonia, y Riga una importante ciudad portuaria de Estonia. De su época escolar sólo recordaba vagas e incompletas piezas de un mapa general de Europa. Los días previos a la partida procuró leer todo lo que encontró sobre Letonia. Empezaba a intuir la imagen de un país pequeño, que, por los caprichos de la historia, siempre había caído víctima de las luchas entre diferentes potencias. (…) Creía que la situación actual del país se remontaba a la fatal primavera de 1945, cuando el caballo de guerra alemán yacía vencido y el poder soviético pudo ocupar y anexionarse Letonia sin ningún obstáculo. El intento de formar un gobierno letón independiente fue brutalmente sofocado. Por caprichos de la historia, el antiguo ejército de la liberación se había convertido en un instrumento de opresión de la nación letona.”
Desasosiego. Así es como el detective sueco Kurt Wallander comienza su estadía en Riga, una ciudad de la que poco sabe y poco le interesa saber. Sin embargo, él mismo no advierte que se perderá en su seducción.
Mankell contextualiza el relato en Letonia 1991, cuando aún las tropas rusas seguían de guardia en el país meses antes del golpe de Estado en la Unión Soviética, suceso que sirvió para acelerar el proceso de independencia de los Estados bálticos. La dialéctica entre lo viejo y lo nuevo, lo percibido y lo imaginado, lo legal y lo clandestino, lo arraigado y lo desconocido se pone en evidencia en la rutilante pluma del autor.
Los perros de Riga, editado por Tusquets editores, atrapa desde los primeros párrafos cuando la aparición de dos cadáveres son encontrados cerca de las costas de Ystad, Suecia. Una fría mañana Wallander es designado para investigar este episodio que, aparentemente, está relacionado con el narcotráfico de los países del Este.
La muerte del mayor Liepa, policía del grupo de homicidios de Riga y enviado para resolver el caso de los cuerpos, es el puntapié para que Wallander viaje a aquella ciudad donde parecía hacer el mismo frío dentro que fuera de los edificios. ¿Cómo amalgamar las pistas de un crimen cuando todo es extraño, hasta uno mismo? “Pensó en las palabras que Rydberg pronunció una vez: que a veces un policía debe ser como un actor; que tiene que afrontar lo desconocido con arrojo; meterse en la piel del criminal o de la víctima e imaginarse los pensamientos y los patrones de conducta.”
Reacio a percibir la belleza escondida de una ciudad atemorizada como un prisionero cuyas rejas acaban de abrirse, el distante detective no puede evitar vincularse con los secretos de Riga y con sus propios interrogantes. “Sintió pena ante la visión del paisaje: era como si la dolorosa historia del país hubiese mojado el pincel en un interminable bote de pintura gris. De pronto sintió la necesidad de hacer algo productivo: no había ido a Riga para que el paisaje triste de invierno lo dejara abatido”.
Wallander se entrega desarmado en este mezquino escenario para juntar las piezas de las internas de la policía letona, al mismo tiempo que arma los rompecabezas de vida: su relación con su hija Linda, el vínculo con su padre con quien se siente cada vez más identificado y su sus sentimientos hacia Baiba Liepa. El escéptico Kurt ya no será el mismo hombre, y sus amaneceres en Riga, tampoco serán tan fríos. “Con tristeza abandonaría la misión más extraña y peligrosa que jamás había vivido y esto le dolía mucho.”
Un plus. Claramente si hoy el detective Wallander iría a Riga, o si aún permanece allí, disfrutaría de la gran cartelera cultural de la ciudad. Un ejemplo de este renacimiento artístico es el Festival Internacional de Cine de Riga, Riga IFF, que fomenta la apertura y el desarrollo de la ciudad y de los países Bálticos y Nórdicos desde 2014.
En la programación del Riga IFF se pueden encontrar piezas internacionales contemporáneas y clásicas. El evento cuenta con un jurado de renombre y está organizado en nueve temáticas. Entre las más interesantes podemos destacar “Nordic Highlights”, “Found in Berlinale” y “Architect`s cut”. Esta última sección presenta su propia visión de la simbiosis entre la arquitectura y el cine a través de una selección de películas que reflejan la manera en que ambos influyen en la forma en que percibimos los espacios y los lugares en que vivimos.
+ Recomendación: En el Riga IFF 2019 se presentó el documental The Human Shelter (2018). El largometraje dirigido por Boris Benjamin Bertram retrata la manera en que distintas culturas construyen sus hogares.