Los mejores momentos se recuerdan con una taza en mano. El sommelier Nicolás Artusi conversó con Revista Dínamo sobre su carrera a base de cafeína

Por Federico Moretti
@fede_pmoretti

Artusi

Pocos periodistas logran ser reconocidos en la radio, la televisión, la gráfica y la escritura de libros, todo eso junto. Nicolás Artusi es uno de ellos. Escribe para el diario La Nación y colabora en otros medios gráficos. Es conductor de los ciclos Su Atención por Favor y Brunch en la FM Metro. También conduce el programa Diverso por el Canal de la Ciudad. Y es uno de los sommeliers de café más consultados en nuestro país y a nivel internacional.
Un par de tazas de buenos cafés no bastan para elogiar los grandes méritos de este joven apasionado por el viejo periodismo y la corresponsalía cultural. Su experiencia en los medios y sus anécdotas globales hablan por sí solas.

Revista Dínamo: ¿Cuáles fueron los momentos culminantes que te llevaron a seguir el camino del periodismo?
Nicolás Artusi: Tuve una vocación muy temprana. Desde la escuela primaria ya existía una idea de que iba a ser periodista. Por un lado, con el relato oral porque relataba los partidos de fútbol del colegio y, por otro lado, con el escrito porque desde chico me fascinaba leer el diario y jugaba a tener el mío y aspiraba a que fuera muy profesional. Cuando estaba en la secundaria, también jugué a tener revistas y diarios. Cuando terminé, me anoté enseguida en la UCA para la carrera de Periodismo, y cuando estaba en la facultad empecé a trabajar en el diario Clarín, a fines de 1997. Fue una gran escuela para mí; en ese entonces era un diario que aspiraba a ser de referencia en el mundo, sobre todo con las infografías y los estudios de diseño.
RD: Llegaste después al diario La Nación, donde actualmente tenés un espacio para tus corresponsalías culturales. ¿Cuáles son tus fundamentos a la hora de tratar diferentes temas socioculturales sin que el lector perciba el aburrimiento?
NA: Antes de que saliera la revista actual, me habían contado que esta sección iba a estar dentro de una más amplia llamada La Época. Una columna cultural con idea de corresponsalía, que era lo que me interesaba. La idea era explotar esa corresponsalía y que se supieran cosas de lo que estaba pasando en el mundo. Te puedo hablar de la industria del cine en Nigeria como de las telenovelas en Corea. Me puse como condición de que se trate siempre de fenómenos rabiosamente actuales. Tiene que ser exactamente un fenómeno de la época, que sea como una Polaroid. Guiado por esas dos ideas, todas las semanas aparecen los temas naturalmente. El marco en el cual los pongo es tan preciso que hago 52 o 54 columnas por año, y podría hacer más. Si tuviera que escribir estas columnas todos los días, probablemente me cansaría, pero lo haría porque es inagotable.
RD: Tu último libro, “Café”, fue un éxito editorial. ¿Cómo fue la selección de todas las anécdotas dentro de un tema complejo como la distribución de la cafeína a nivel mundial?
NA: Cuando escribí el libro, lo fundamental era que estuviera plagado de anécdotas e hilar todas ellas para que se puedan leer individualmente, o en un orden que construyeran una gran historia universal. Son 70 capítulos que podés leerlo de principio a fin, o abrirlo en uno de los capítulos y contarlos en un asado para quedar como un duque. Me interesa la idea de tomar una anécdota para pintar un mundo. Digamos que el periodismo es mi profesión esencial, y con el café son inseparables. Se toma mucho café en las redacciones y en la radio pusieron una en la recepción después de una breve gestión mía.
RD: ¿Las experiencias contadas en el libro te trajeron inconvenientes con algunos lugares que visitaste o criticaste?
NA: Nunca nadie se quejó. Siempre me invitan y me agradecen, o si twitteo algo negativo me llaman para decirme cómo pueden corregirlo. Me parece que es un buen síntoma de buena salud intelectual aceptar las críticas.
RD: En el Canal de la Ciudad, conducís el ciclo Diverso, que recorre las historias de personas homosexuales y transexuales y sus aportes a la sociedad ¿Qué podés rescatar de este programa y cómo lográs mantener a la audiencia activa, teniendo en cuenta que en Argentina la homosexualidad sigue siendo un tema muy tabú?
Cuando empezamos a laburar la idea, decidimos que fuera más un programa periodístico documental, cuya primera temporada tiene 13 episodios y son temáticos. Cuando recibí la propuesta, lo pensé porque no sabía si era algo que serviría de acuerdo a toda la experiencia en medios que yo tenía. Automáticamente me dije que sí, porque yo hago periodismo de costumbre, de las cosas cotidianas. La diversidad sexual vive una revolución en el mundo, y cuando empecé con el programa en el 2015, el tema casi no se había tratado en la televisión mundial, o sí pero con poca seriedad. Me parece algo bueno para transmitir a la sociedad; son personas con inclinaciones sexuales diferentes que tienen algo para aportarle a la sociedad, pero aún sí son referentes y modelos a seguir en lo que hacen. Se encuadró perfectamente en lo que es el periodismo de época, soy muy obsesionado de ese tema y el café tiene la misma esencia.
RD: Tu bagaje periodístico también te dio un lugar en la radio…
NA: Desde pequeño hacía mis propios programas en Parque Chas, mi barrio natal, y desde 2003 la Metro se convirtió en mi hogar. Empecé con Ale Lacroix en Buenos Aires PM y los fines de semana en Weekender. Fue una cosa inesperada. Luego pasé a trabajar en televisión con Víctor Hugo Morales en Desayuno y de presentador en MTV. Volví en 2009 a la radio con el programa Brunch y en 2011 con Su Atención por Favor. Me siento muy contento de experimentar con la radio, la escritura y la narración oral, que son las cosas que me gustan y que me motivan a contarlas, porque esa inquietud es la que debe tener un periodista.

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