El año 2015 fue el más caluroso de los últimos tiempos y, para que no quedaran dudas, terminó con temperaturas inéditas en Estados Unidos y parte de Europa. El calentamiento global se mantiene al acecho
Por Agustina Ordoqui
@agusinha
Navidad en Nueva York. El parquet del Rockefeller Center se convierte en una pista de patinaje sobre hielo. Los chicos corren y gritan por la calle felices por sus regalos, vestidos con gorros y guantes de lana. El Central Park está todo nevado. Los edificios, decorados con muérdagos. Es una postal al estilo de Mi pobre angelito que se repite año a año. O casi siempre. Porque en 2015, al menos, no.
Casi 19 grados llegó a marcar el termómetro en la ciudad estadounidense en la Nochebuena del año pasado. Durante esa semana, hubo picos de 23º. Navidad en Nueva York con pantalones cortos y remera, igual que como festejamos los vecinos del sur del continente. Pero el veranito duró poco. Una semana después volvía el frío de temperaturas de un solo dígito. Y tres más tarde llegaba la tormenta Jonas, apodada “Snowzilla” por su virulencia, que afectó a más de 50 millones de personas. Del calor al frío en cuestión de días.
Cambio climático, ¿estás ahí?
Al otro lado del Atlántico, Europa también se sorprendía del invierno. Un termómetro estable en 14 grados en París; unos 16 grados durante el día en Madrid. En Londres, hasta salió el sol. En general, diciembre fue agradable en el viejo continente, cuando a esa altura del año la temperatura no suele superar los 10 grados.
El invierno light coincidió con la realización en París de la COP21, la cumbre sobre cambio climático que reunió a los principales líderes mundiales para discutir medidas urgentes sobre el calentamiento global. El 12 de diciembre, los 195 países participantes acordaron reducir las emisiones de gases para disminuir el efecto invernadero y se propusieron como meta un aumento máximo de temperatura de 1,5 grados para 2100.
Claro que no faltan los escépticos sobre el verdadero alcance de la COP21 ante el gigantismo contaminante de Estados Unidos y China, que es la base de su misma economía. Tampoco faltan los escépticos del otro bando, los que no creen en que haya una amenaza climática y que, por eso, no hay que tomar medidas, como es el caso del precandidato republicano a la presidencia de los EEUU y magnate Donald Trump.
Lo cierto es que con su relajado inicio de invierno boreal, el regreso en el continente latinoamericano del Niño y la fuerte ola de calor que afectó a Asia y Medio Oriente, junto con otros fenómenos meteorológicos y climáticos atípicos, el año 2015 cerró como el más caluroso del que se tiene registro en el último tiempo. De hecho, según la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos y la Agencia Espacial estadounidense (NASA), las temperaturas globales del año pasado estuvieron 0,9 grados por encima del promedio de todo el siglo XX.
¿Qué significa esto? No es solo pasearse con short o minifalda durante el invierno. Es más bien la destrucción de ecosistemas completos, el derretimiento de los glaciares y el aumento del volumen de los océanos. Es también un forzado éxodo rural, la superpoblación de las ciudades, la proliferación de enfermedades como el zika y la chikungunya. Es la vida del planeta y, por lo tanto, la nuestra.