La novela Electrónica de Enzo Maqueira, editado por Interzona, ahonda en distintos mundos a partir de la historia de una profesora que se enamora de un alumno. Es una crítica sobre un desfasaje de lo que somos como sociedad.
Por Angie Pagnotta
Hace un tiempo había intentado leer Electrónica, de Enzo Maqueira pero luego de las dos primeras páginas lo dejé; un poco porque me aburrí del tono (y de lo que contaba) y otro poco porque me interrumpieron y quedó en la mesa de luz hasta que pasaron unos días y lo retomé. Después de leerlo, pensé —entre otras cosas— en que mi primera mala impresión se había debido al humor para leer en aquel momento porque en esta oportunidad me pasó todo lo contrario: al cabo de unas páginas me sumergí en una lectura ágil y dinámica pero sobre todo interesante. Esto no sólo habla de las primeras impresiones en sí, sino también de las expectativas que uno tiene cuando lee algo de un autor del que —como en mi caso— no había background previo.
Todo esto es simplemente en honor a la verdad de mi acercamiento con el libro y a modo ilustrativo sirve para contar que, después de esta lectura, meterme en Electrónica fue ahondar distintos mundos que se desprendieron a raíz de su trama: los altibajos de una profesora infelizmente en pareja, que se engancha con un alumno de su clase y que, en el medio de lo que va pasando, rota por su cabeza entre sus pensamientos, su realidad y su entorno cercano. Así dicho suena a poco quizás, más si se pone el foco en lo trillado que puede sonar la historietita del alumno/profesora pero no, no lo es, más bien ocurre todo lo contrario: Electrónica es lo que algunos fuimos y somos en algún momento, en un mismo libro.
Al pensar en reseñar este libro me pregunté cómo sería la visión de una persona más grande, porque para gente como yo, de veintipico y para gente más chica, lo veo bastante claro. Pero ¿cómo será Electrónica para los de cuarentipico largos, o tal vez más? La inquietud surge al entrar en el contexto del libro, en el que boliches como Amerik, por ejemplo, disparan en la mente de cada uno, o en lo que cada uno vivió como chico/joven/adolescente en los 90 o en la época del Kirchnerismo. ¿Qué es, entonces, ser una profesora de clase media que durante el día da clases y a la noche se la pega con merca y pastillas? En Electrónica se habla de eso y también de las inseguridades, porque en un punto muchos fragmentos del discurso de los hablantes son eso: inseguridades propias y ajenas inculcadas por un tipo de sociedad y un momento histórico que demanda y que exige; que da pero que a cambio quita mucho, mucha vida.
Por supuesto que la novela no es solamente paralelos sociológicos o psicológicos de sus personajes, la novela también refleja una búsqueda personal y un redimir del pasado en el presente, algo que queda muy bien definido en algunas partes del pensamiento interno de la profesora, el personaje principal. Esto también ocurre en algunos breves fragmentos de diálogos que hay en el encuentro de la profesora con su amiga Lorena, quien es, a su vez, la hija de su ex pareja, su ex terapeuta. En esa atmósfera hay mucho en el aire y en los silencios, al igual que ocurre cuando la profesora cuida a su padre postrado tras un ACV pero éste se la pasa viendo porno en la tele y la profesora, su hija, está junto a él mirando la pantalla mientras se despacha con lo que le pasa y abre su corazón frente a su padre y anuncia su verdad, mientras un negro y una chica tienen sexo anal. Esas pinceladas, esas escenas, esos momentos narrativos interesantes, son el reflejo del espíritu de la novela. Enzo Maqueira se destaca como escritor en su forma de llevar las palabras, en una simetría interesante entre lo que cuenta y el cómo lo cuenta, en cómo el autor pone al lector en esa sutil forma de encararlo y en cómo detalla algunas observaciones que, indefectiblemente, todos nos hicimos alguna vez.
Electrónica también es una crítica y un relato que ahonda sobre un desfasaje de lo que somos como sociedad, en lo que le pasa a algunas personas que —sumidas en un contexto sociocultural— quedaron a la deriva de lo que “se supone” tiene que ocurrir en la vida de todos: formar una familia, casarse, ser padres, tener un empleo estable, cuidar del hogar. ¿Pero qué pasa cuando todo eso no ocurre? ¿Qué pasa cuando tu entorno está rodeado de biberones y pañales pero vos seguís en otra historia? ¿Qué pasa si te enamorás de tu alumno? ¿Qué pasa si mantenés algunas formas de lo que lograste, como vivir en pareja, sólo por eso, por las formas, pero en el fondo todo lo que tenés dejó de importarte? ¿Qué pasa con tus verdaderos sueños y tu verdadera búsqueda? ¿Cuándo pasó tanto tiempo y qué pasó cuando te diste cuenta que no hiciste nada? Esas son algunas de las preguntas, porque el libro te dispara muchas cosas, pero sobre todo te dispara cuestionar tu propia vida, tu rol ahora, tu momento actual y lo que hiciste o dejaste de hacer para lo que querías construir. Electrónica va más allá de las palabras o de una historia, porque te interpela a leer el mundo ajeno en tu propio mundo.