El director venezolano acaba de estrenar su ópera prima, La casa del fin de los tiempos, en 34 salas de Argentina. La película es la primera del género de terror hecha en su país. Tras ser un récord de taquilla en 2013, el film podría tener una remake en Estados Unidos
Por Joanny Oviedo
A pesar de provenir de una sociedad matriarcal y muy católica como la venezolana, la filosofía de vida del cineasta Alejandro Hidalgo no proviene de ningún consejo materno ni de premisas religiosas, sino de una película que lo marcó como tantas otras: “Haz lo mejor que puedas con lo que Dios te ha dado”, extrajo un día de Forrest Gump y se guardó la frase para sí. “Es la clave que me hace sentir bien. Trato de ser mi mejor versión de mí mismo para estar bien conmigo, con el mundo, y hacer lo que me gusta, porque creo que cuando haces lo que te gusta, de una manera u otra también estás ayudando”, dice a Revista Dínamo en tono cálido desde el hotel de Recoleta que lo acogió por unos días en la ciudad de Buenos Aires, luego del estreno en Argentina de su primera película, La casa del fin de los tiempos, el pasado 28 de enero.
En 2009, cuando surgió la primera idea de guión, recién mostraba sus primeros cortometrajes en la Cinemateca Nacional en Caracas bajo la mirada de la prensa. Aquella experiencia le abriría una de varias puertas. En las últimas semanas, Alejandro, en ese entonces de 25 años, había acudido puntual a cuanta entrevista le pautara la agencia de RRPP Dos y Media Comunicación –donde nos conocimos por intermedio de su productora, Dulce Esteves–, y en ellas la pregunta recurrente era: “¿Y para cuándo la película?”. La cuestión le sirvió de disparador.
–Recuerdo que el día que estrené los cortos dije ante todos: “¡Pronto viene la película!”. ¿Tú te acuerdas de eso? Ni sabía ni lo que estaba diciendo [se ríe], pero al final la saqué. De 2009 a 2013, fue todo un proceso de creérmelo y jugármela. De eso se trata la vida.
El 23 de junio de 2013, llegaría a las salas de Venezuela La casa del fin de los tiempos, la primera película de suspenso y terror del país, luego de dos años y medio de reescribir 15 veces el guión, hacer buenos contactos hasta trabajar con el maquillador de efectos especiales argentino Alex Mathews (conocido por su desempeño en El secreto de sus ojos, de Juan José Campanella) y conseguir financiamiento del Centro Nacional Autónomo de Cinematografía (CNAC), de 360 mil dólares aproximadamente.
Tras mantenerse en las carteleras de todo el país durante nueve meses, el film, que relata el drama de una madre que vive en una casa maldita, marcó un récord en la historia del cine venezolano, al llevar más de 623 mil espectadores a las salas y convertirse en el sexto más taquillero de América Latina en 2013.
Revista Dínamo: ¿Cómo se lleva a las butacas venezolanas a un público que es mucho más crítico con su propio cine que con el cine extranjero?
Alejandro Hidalgo: Eso puede jugar a tu favor siempre y cuando hagas las cosas bien. Yo me esforcé en escribir un guion sólido, en llevar la producción de la mejor manera y hacer el mejor mercadeo posible, sabiendo que había un gran prejuicio hacia el cine venezolano por sus fallas técnicas en el pasado y también por sus fallas literarias, puesto que los guiones eran muy débiles. Además, como nunca se había estrenado una película del género, estaba el prejuicio de que el film podía ser un chiste y eso se convirtió en un reto y en un punto a favor porque la vendimos como “la primera película de terror” y se movió muy bien la distribución. Por otro lado, yo quería darle mi propia visión al género, que hubiese un núcleo familiar con dilemas y que el público empatizara con los personajes, porque es una manera muy efectiva de recrear los miedos: si te encariñas con el personaje que está viviendo una experiencia paranormal, a ti te importa lo que le pase, te preocupas por él, lo acompañas, y los miedos de él se transforman en tus propios miedos. A todo ello le sumé un twist que revela un misterio completamente diferente a lo que veníamos acostumbrados.
RD: Has dicho que no buscas generar “terror gratuito”, sino uno “que se conecte con las preocupaciones y temores propios de cualquier ser humano”. ¿En qué miedos hurgaste para lograrlo?
AH: Eché mano de mis propios temores. Mezclé, por un lado, temores adultos basados en los conflictos: la soledad, la desesperación, la ruptura familiar, y por el otro, temores sobrenaturales, propios de mi infancia y mi adolescencia, cuando me aterraban la soledad, la oscuridad o tener contacto con alguna fuerza demoniaca, de cuando me escondía debajo de la sábana si veía que se movían sombras en el cuarto… Creo que la imaginación es el elemento detonante de todos los temores, porque tu mente puede trastornar las realidades y hacerte sentir los peores miedos. Por eso la película fue guiada hacia el terror psicológico, basado en el miedo a lo desconocido, en la angustia de no saber quién está detrás de la puerta, de quién es la sombra que se movió adentro de mi casa, etcétera, más que utilizar recursos efectistas. Ya Hollywood tiene mucha fuerza en la recreación de efectos de criaturas, entonces a veces menos es más; tu imaginación es mucho más poderosa que cualquier imagen diseñada por un ordenador.
RD: Pero te gustaría llegar a Hollywood… De lograrlo, ¿crees que se pondría en entredicho tu conexión o identidad latina?
AH: Obviamente amo a Latinoamérica, me encanta su comida, la personalidad de la gente, la idiosincrasia en general, pero no soy patriota. Creo que el patriotismo hace mucho daño.
RD: ¿Por eso ideaste un guión que fuera exportable para que, como ocurre ahora, en Estados Unidos quisieran hacer un remake de tu película?
AH: Sí, totalmente. Yo creo que se puede presentar un contexto latinoamericano y que aun así la historia sea universal, que se entienda en todas partes, que hable de emociones universales; la emoción básica que mueve esta película es el amor maternal y esa es una energía que se conecta con el mundo entero. Yo creo que en eso pecan muchas películas venezolanas, que hacen historias muy locales y esa barrera no permite que puedas estrenarla, no sé, en Japón porque no la entenderían. Yo siempre soñé con que se le hiciera un remake, aunque de eso no puedo dar mayores detalles porque estamos en negociaciones, y veía lejano que la película se pudiese estrenar en otros países, pero lo hemos logrado y estoy muy contento.
A la caza de fantasmas
Ya de pequeño se asomaba su gusto por lo paranormal, por historias emotivas y complejas y por aquello que fuera capaz de zambullirlo en mundos alternativos llenos de adrenalina. Así, a Los cazafantasmas, la primera película que recuerda haber visto, le siguieron El rey león y El exorcista, a la que enganchó un día en la televisión aprovechando que su mamá no iba a estar en casa. “Yo tenía diez años; la puse y después no podía parar de verla. Se convirtió en una de mis películas de referencia del terror de todos los tiempos porque es muy humana y está bien contada”.
RD: Además de que es torturante…
AH: Yo no entendía por qué a uno le podía gustar el terror, es como una especie de masoquismo. Pero las historias en general tienen niveles de masoquismo, te muestran conflictos que generan ciertos grados de angustia. Realmente, uno no va al cine a escapar de la realidad, sino a encontrar una verdad en la pantalla. El terror, por ejemplo, es el que da las dosis más fuertes de adrenalina en el cuerpo, te acelera el pulso, te pone tenso, sensitivo, y esa es la manera de sentirte más vivo que pueda haber. Sin conflicto, no hay historia.
RD: ¿Eso lo has aplicado en tu vida?
AH: (Estalla de risa) Bueno, trato de vivir tranquilo. Pero siempre hay una angustia, un estrés. Los conflictos forman parte de la vida.
Si algo atormentaba a Hidalgo a principios de 2014 era cómo exportar su éxito fuera de Venezuela. A tientas, logró dar con la clave: la agencia londinense Jinga Films. “Yo no sabía cómo sacar La casa del país y eso me estaba torturando. Supe del Festival Internacional de Cine Fantástico de Oporto, el Fantasporto, y viajé a Portugal. Ahí conocí agentes especializados. Elegí a Jinga Films y resultó ser un gran factor para la distribución internacional de la película”, explica Hidalgo.
A partir de allí, La casa del fin de los tiempos fue elegida como una de las representantes de Latinoamérica en la sección Blood Window del mercado de cine Ventana Sur de Buenos Aires para participar en el Festival de Cine Fantástico de Bruselas (BIFFF), y además fue proyectada en Cannes, a raíz de lo cual se vendieron los derechos para Estados Unidos y Alemania. También fue premiada a “Mejor película” y “Mejor director” en el Screamfest Horror Film Festival de Los Ángeles y el Festival Binacional de Cine Colombia- Venezuela, entre otros galardones.
Dulce hogar
Siguiendo las convenciones del género de terror, Dulce, la protagonista de La casa del fin de los tiempos, interpretada por la actriz venezolana Ruddy Rodríguez, acude al hogar de una vidente cuando siente que la ayuda terrenal de la policía no espanta sus miedos. Fue esa, la casa de la bruja, la que inspiró al director Alejandro Hidalgo. “Yo escribí el guión imaginándome ese lugar porque de niño se nos iba la pelota para allá cuando jugábamos futbolito o beisbol y le teníamos mucho miedo. Después nos dimos cuenta de que no se podía filmar ahí: tenía pasillos muy estrechos y demasiada luz. Es un castillo de una logia masónica que nunca se terminó de construir”, cuenta el cineasta. La película se terminó rodando en otra morada, la de Pedro Estrada, quien de 1951 a 1958 fue el director de la Seguridad Nacional, la policía política durante la dictadura de Marcos Pérez Jiménez en Venezuela. ¿Quién vive ahí ahora? “Unos sindicatos chavistas. Con ellos negociamos un intercambio de equipos para que nos dejaran trabajar allí las 8 semanas de preproducción y 7 de rodaje”.
Creepy twists
El gusto cinematográfico de Alejandro Hidalgo es un mix interesante. Por un lado, los “twists” o giros que le mostraron Los otros, Abre los ojos y Sexto Sentido los guarda en la retina como referentes. También la densidad del cine asiático con The Grudge, El Aro y El fotógrafo; el suspenso y el terror psicológico de Alfred Hitchcock y El resplandor de Stanley Kubrick, y la confluencia de elementos creativos de El laberinto del fauno y El espinazo del diablo de Guillermo del Toro, su ídolo, porque considera que ahí se encuentra una mezcla hábil de suspenso, terror,fantasía y personajes con alma. “Eso es lo que quiero a la hora de hacer cine”, explica el venezolano.