Desde el pasado 4 de mayo, los celíacos alcanzaron una meta que les costó un camino de muchos años. La Ley Celíaca ya está en marcha y muchas cosas serán más fáciles para ellos.

Por María Luján Torralba

Viernes, 9 de la noche, pleno Palermo. Laura está contenta porque por primera vez comerá en una pizzería con menú para celíacos como anunciaba la página web del lugar. Llegan las chicas y se sientan en la mesa al lado de la ventana. El mozo les deja la carta y Laura busca qué puede comer. «Se habrán confundido de carta», piensa. Entonces llama al muchacho que las atendió y le pregunta por qué no encuentra el menú para celíacos, a lo que él le responde que el plato que ofrecen sin gluten es ensalada.

Pero la desilusión de Laura ya no es novedad, hace 30 años que vive con celiaquía. “Me lo descubrieron cuando de bebé comencé a incorporar alimentos con gluten como el Nestún. Tenía diarrea crónica, se me detuvo el crecimiento y estaba muy debilitada. Mis papás me llevaron a muchos médicos pero ninguno sabía qué tenía hasta que encontraron a la doctora que me diagnosticó celiaquía. En la Argentina era una enfermedad desconocida, cada vez que iba a algún lado tenía que explicar lo que era. Ahora es mucho más fácil en ese sentido, la sociedad está más informada, se descubrieron más casos, y si bien, todavía hay gente que no sabe de qué se trata, ya no me siento tan rara”, explica.

La celiaquía consiste en la intolerancia al gluten, que se encuentra en el trigo, avena, cebada y centeno. La ingesta de esta proteína atrofia las vellocidades del intestino delgado, por lo tanto, es como si la comida pasara por un tubo que no alcanza a absorber los nutrientes, produciendo así retraso en el crecimiento, pérdida de cabello, problemas menstruales en las mujeres, artritis, mal carácter, irritabilidad, anemia, llagas, infecciones urinarias, entre otras consecuencias. Esta enfermedad no tiene cura y la única solución para quienes la padecen es hacer la dieta de por vida.

Laura es una de las 25 mil personas diagnosticadas con esta enfermedad, aunque se calcula que en total habría 400 mil en el país. Después de muchos años de lucha de los celíacos, con la ayuda de ONGs que asisten a pacientes, el pasado 4 de mayo, la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner anunció la esperada reglamentación de la Ley Nacional 26.588, que contempla cobertura médica para esa enfermedad y garantiza la venta de productos libres de gluten.

Actualmente, en los supermercados se pueden encontrar varios alimentos con el símbolo “Libre de Gluten” (una espiga de trigo cruzada) o con las iniciales «SIN TACC» (trigo, avena, cebada y centeno) así como también un sector de alimentos para celíacos. Sin embargo, todavía hay muchos productos sin identificación y los que se encuentran en la góndola especial tienen precios altísimos, por ejemplo, una caja de galletitas cuesta 15 pesos. A partir de la nueva ley, los pacientes con obras sociales y medicinas prepagas recibirán de éstas el 70 por ciento de la diferencia entre las dietas por mes. Si todo se cumple como debería, el Estado garantizará la cobertura a los pacientes que no tengan prestadores de salud. Más adelante, se espera que se incorpore en el Programa Médico Obligatorio el análisis de sangre que detecta de la enfermedad.

Patricia Silva es madre de dos hijas celíacas y fue durante 15 años vocal en ACELA (Asistencia al Celíaco de Argentina). Patricia fue una de las pioneras en el tema ya que a principio de los años 80 eran muy pocos quienes lo conocían. Cuenta: “Empezamos a partir de un grupo de madres que decidieron reunirse para ayudarse mutuamente, como no teníamos un lugar físico nos juntábamos en el interior de una panadería en Palermo, en la calle Gurruchaga. Nuestra función era informar sobre los alimentos permitidos a los pacientes que eran derivados por los médicos. Nosotras les dábamos recetas hechas por nosotras y la lista de los alimentos analizados por el Laboratorio de Bromatología del Hospital Udaondo. Al principio nos encontrábamos con la reticencia de muchas fábricas de renombre que se negaban a analizar sus productos. El análisis era pagado con el bono contribución de los asociados. Primero eran reuniones de poca gente y luego fuimos creciendo y hacíamos reuniones en las aulas magnas de los hospitales. La Ley es el coronamiento de una larga lucha”.


Fotos: ahorainfo.com y perfilcristiano.com