Pura música nacional. El espacio favoritos de los melómanos alternativos es un lugar de encuentro, difusión e intercambio artístico

Por María Luján Torralba
@lujitorralba

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Somos cinco amigos de verdad, llenos de esperanza amor y paz, con el corazón lleno de ilusión, vamos por el mundo con este cantar”, coreaban los simpáticos Parchís, y con este espíritu positivo y arrollador se creó la disquería Mercurio gracias al ímpetu de cinco amigos de la música. Hoy, son seis socios que llevan adelante con éxito un espacio que irrumpe las reglas del mercado.

El DJ y productor Diego Villa Diamante, la artista plástica y música Marina Fages, la reconocida guitarrista y productora Lucy Patané, el folcklorista Lucas Caballero, la fotógrafa Florencia Petra, y el pianista y compositor Jirí Alvriv sostienen que no importa el género musical de tu banda, no importa quién seas ni cómo grabaste tu disco, si sos un artista nacional independiente, tu disco se puede vender en Mercurio.

La disquería es un lugar para bandas que no pueden o no quieren estar en otros locales porque son muy chiquitas o porque eligen no estar. “La idea es cobrar la mínima comisión posible, nosotros no tenemos ganancia. Es sólo para pagar el alquiler y si tenemos que hacer algún arreglo en el local. La idea es bancar toda la movida que hay”, cuenta Florencia quien afirma que todo disco está aceptado mientas cumpla el requisito “nacional y under”.

Por su parte, Villa Diamante cuenta: “Nuestra ganancias es llevarnos un montón de amor. La gente no se da cuenta pero para sacar un disco hay que componer los temas, ensayarlos, grabarlos, masterizarlos, fabricar el disco objeto, hacer el diseño, presentarlo. Son muchos pasos que cuestan dinero, esfuerzo, tiempo y ganas y yo no soy nadie para decirle que su disco no esté acá”. Porque Mercurio es un punto de movimiento y de encuentro que no paró de crecer desde hace apenas tres años.

Tanto Florencia como Villa Diamante coinciden en que en la disquería hay muchas bandas que no conocen y algunas que les gustan más que otras. Sin embargo, su gusto personal no influye en la oferta de álbumes. “Escucho varios discos que no me gustan pero venden un montón y otros que creo que son increíbles y no se venden. El gusto es algo cultural que se va haciendo por distintas razones, por un capricho mío no voy a dejar de tener una obra”, comenta el DJ.

En los últimos años, bandas emergentes del under como El mató un policía motorizado, Los Álamos, Mompox, Chancha Vía Circuito o Bicicletas han impulsado una pequeña bola de nieve que fue creciendo de forma exponencial en el ámbito de la música indie y alternativa. Antes de que Mercurio abriera sus puertas, estas agrupaciones sólo vendían sus discos en sus presentaciones, en ferias y en lugares más alejados del ámbito musical como locales de ropa. Desde que el pintoresco local las nucleó, se convirtió en un punto de referencia para quien quiera encontrar las discografía de su banda favorita, quien quiera explorar en piezas excéntricas, quien quiera apoyar a su grupo amigo y quien quiera encontrar algunos clásicos como Boom boom kid, Fun People y Babasónicos. “No por ser menos conocido, la música tiene menos valor”, dice Villa Diamante.

El crecimiento de un espacio como una disquería en la era de los discos digitales parecía una locura para muchos, una locura que ya tiene un sucursal en Córdoba y que próximamente tendrá en Mendoza y Rosario. El productor de Zizek Records explica: “Hay mucha movida. Es gente de allá que le interesa tener un Mercurio en su ciudad. Tienen discos de bandas de allá y una vez por mes vienen a buscar cosas de acá”.

Mercurio, nombre que nació de la imaginación de Marina Fages, además de discos, ofrece libros, revistas y remeras, y también, propone ciclos de cine, lanzamientos y acústicos. Florencia entiende que las cosas nacen de las inquietudes de cada uno. “No existía este lugar y era necesario, por eso lo terminamos generando. No alcanza con bajarte los discos de internet, el CD te lo comprás como objeto en sí más allá de la música”. En referencia a esta idea, Villa Diamante sostiene: “El disco es un fetiche. El objeto va variando, puede ser un cassette, un pen, una tarjeta de memoria o un vinilo que en verdad es un disco de plástico con el link para bajarlo por internet. Es jugar con el formato, hay muchas joyitas y ediciones raras. Por ejemplo, hay un álbum de Mompox que es una caja de comida china que cuando la abrís tiene una galleta de la suerte que dentro tiene el link de Bandcamp”.

Estos seis amigos de verdad comprenden que Mercurio es un espacio cultural de encuentro y de intercambio colectivo. Sus más de 18 mil seguidores de Facebook comprenden lo mismo, y tanto los músicos como los melómanos afirmas que “bajo el cielo azul o la tarde gris, todos de la mano como hermanos vamos, juntos sin temor por cualquier lugar”.

Mercurio, atendido por sus dueños, abre de lunes a sábado de 16 a 20hs.
Galería Patio del Liceo
Av. Santa Fe 2729, Ciudad de Buenos Aires