Ícono del stand up, la actriz Verónica Lorca repasó los logros de su carrera y dio consejos para los futuros comediantes. «El escenario es mi lugar en el mundo», dijo a Revista Dínamo
Por Federico Moretti
@fedep_moretti
Humorista en el ciclo #StandUpParty de Comedy Central, actriz, docente de stand up, guionista en televisión y conductora del programa radial Lunes maníaco, a Verónica Lorca le encanta sumar títulos a su vida. Pero no para convertirse en una “it girl”, sino para estar orgullosa de lo que hace. Una personalidad fuerte y aguerrida que le puso el sello femenino en el mundo de los tradicionales monólogos, imperados hasta ahora por los hombres.
Revista Dínamo: En una entrevista mencionaste que te echaron de un trabajo de guionista por ser mujer, ¿cómo marcó esto tus comienzos en el stand up?
Verónica Lorca: No me quedaba otra que combinar ambas cosas y, por supuesto, no iba a dejar de ser mujer. Vivimos en una sociedad machista y patriarcal, en cualquier ámbito donde te metas vas a tener que luchar con eso. El humor era un lugar transitado por pocos, pero se fue convirtiendo en masivo y le brindó la oportunidad a muchos de subirse al escenario a hacer críticas y dar su opinión sobre la vida, eso es lo bueno que tiene el stand up. Me fui metiendo de a poco. En algunos lugares me decían: “Sos mujer, capaz vas a llorar porque estamos corriendo de un lado para el otro”, a lo que yo les contestaba: “¿Y qué importa?”. Hoy en día trabajo para diferentes sitios, pero no me sorprende que todavía encuentre ese prejuicio.
RD: ¿En qué momento pensás que los shows de comediantes lograron su auge gracias también a figuras femeninas como Dalia Gutmann, Natalia Carulias y Malena Guinzburg?
VL: Cuando arrancamos allá por 2007, era difícil conseguir trabajo porque rondaba esa idea de ‘Una mujer en el elenco de…’, ‘Una sola por elenco’, ‘A las mujeres no las pongas todas juntas, poné una sola en el medio’. Después de muchas reuniones en camarines o cenas luego de varios shows, nos juntamos y decidimos hacerlo por nuestro lado. Por suerte, todo se fue dando y cada una encontró su espacio, hoy en día ya no sucede lo que pasamos antes.
RD: ¿Y con la competencia entre las mujeres?
VL: Es un gran prejuicio que no se fue. Soy gran amiga de Dalia, Nati y Male, no solo cuando estamos en el escenario sino también a la hora de armar nuestros guiones y nos consultamos todo para saber qué está bueno decir y qué no. No tiene que ver con ser una chica, tengo amigos varones que me invitan a sus ensayos y nos corregimos mutuamente. No hay una cuestión diferente relacionada a los géneros, las mujeres y los hombres tenemos nuestros comportamientos físicos como cualquier ser humano. Gracias a eso, no existe la competencia entre todos.
RD: ¿Creés que el hecho de haber nacido un 23 de febrero, día de carnaval, te transmitió el espíritu de alegría y fiesta a tu personalidad y trabajo?
VL: Yo creo que sí. Me gusta mucho, nací en el barrio de Boedo y de chiquita me llevaron mis padres a ver las comparsas. Había mucha gente que me decía “Son tristes porque hay pobreza”, puede ser, pero salías divertido.
RD: ¿Qué otras experiencias marcaron tu vida humorística?
VL: Son muchísimas y se siente raro pensar en eso. Al principio era pelear contra algunos conceptos y luego pasó a ser contra uno mismo: si podré ser graciosa, cómo lo verá el público. Eso llevó a uno de los momentos más importantes, cuando hice Humor de perras (2006-2007), juntarme con las chicas con las que laburo siempre. El año pasado haber hecho Comedy Central marcó un antes y un después, sobre todo porque me conoció más gente y de Latinoamérica. Además, estuvo el Encuentro de la Palabra en Tecnópolis, una experiencia hermosa en donde mucha gente pudo acceder gratis a ver comediantes; o viajar con otros humoristas por todo el país. Fueron momentos maravillosos que me marcaron para darme cuenta de que me gusta lo que hago y que me abrieron muchas puertas.
RD: ¿Cuáles son las enseñanzas básicas que ofreces como docente de stand up? Imagino que debe ser otro momento significativo
VL: ¡Sin dudas! Antes que nada, lo primero es estudiar Pedagogía. Me inicié como actriz para recibirme de pedagoga teatral, que aprendí con Débora Astrosky. Me ayudó a estructurar los cursos y cómo planificarlo para poder entregar las herramientas. La otra es tener ganas de ser docente, enseñar stand up te mantiene despierto y no permite que te achanches. Los alumnos siempre te preguntan cosas que te llevan a reflexionar profundo y rápido. Hoy veo a mis ex alumnos armando sus propios elencos y me siento orgullosa.
RD: ¿Cómo te resulta poder combinar y equilibrar el humor con el teatro, la radio, ser guionista y docente?
VL: Equilibrada no estoy (risas). En algún momento las profesiones se tocan y te van nutriendo. Siempre tengo más trabajo de una que de la otra, lo que más me gusta es subirme al escenario porque siento que es mi lugar en el mundo.
RD: ¿Cuál es tu libertad a la hora de escribir monólogos pensando en temas cotidianos a nivel social y cómo responde el público?
VL: Tiene que ver con lo que me pasa en el momento exacto. Trabajo mucho escribiendo para otras personas en los medios y tengo una línea, pero cuando se trata de mí es peor porque se mezcla todo, no me banco nada. Es una catarsis permanente y se relaciona con lo que uno tiene ganas de contar. Mi objetivo es que la gente se ría, pero no a cualquier precio. Si yo tengo que decir otras cosas que no van conmigo en otros trabajos, perfecto. Pero cuando estoy involucrada con el micrófono, no tranzo. Si estoy contando cualquier tema para que las personas se rían, llega a ser muy frustrante. Voy a tratar de morir en mi ley.