Todas las artes, el arte. Este espacio, que nació en 2008, reúne a todo tipo de artistas y a su todo tipo de público, desde la música y la danza, hasta el cine y el teatro
Por Agustina Ordoqui
@agusinha
Dice el refrán, con sorprendente basamento científico, que sobre los gustos no hay nada escrito. Nadie tiene un único interés. Al que le entretiene el cine, también le agrada ir al teatro, y cuando te gusta la música, la danza está a solo un paso. ¿Quién dijo que hay una sola disciplina por la que volverse fanático? El Club Cultural Matienzo es la prueba viva de eso.
El espacio, creado por un grupo de amigos en 2008, es sede de recitales, exposiciones artísticas o fotográficas y obras teatrales. También es un lugar para debatir de literatura y de películas, para aprender cosas nuevas y, más importante aún, para divertirse un rato con amigos y conocer a otras personas.
Hace seis años, cuando se puso la piedra basal del Matienzo, la oferta cultural alternativa en la ciudad de Buenos Aires era pobre. “En ese momento, no había espacios abiertos a propuestas nuevas o experimentales; además, se concebía al público y al artista como clientes, no como colegas”, recuerda Juan Aranovich, uno de los impulsores del club, en diálogo con Revista Dínamo.
“Nos encontrábamos como productores sin lugares donde realizar y como público sin lugares a dónde ir”, señala. Por eso, juntaron plata entre todos, hicieron cuentas y decidieron pagar en conjunto un alquiler en la calle Matienzo 2424, donde funcionó el club hasta la mudanza a Pringles 1249. “Todos teníamos otros trabajos y planeábamos vivir de eso y no ponerle esa presión al Matienzo para que fuera un espacio de disfrute, de construcción y de ver qué pasa”, explica este joven de 32 años, que dio sus primeros pasos en la gestión informática antes de volcarse a la cultural.
Al ver qué pasa le fue bien. Poco a poco, el club cultural fue ganando protagonismo en el barrio y entre la gente joven. El primer ciclo de cine que organizaron, Ojo de Pez, fue un éxito y se mantuvo por más de un año. Se fueron sumando artistas de todo tipo y su todo tipo de público, al punto que el lugar quedó chico y ahí se trasladaron de Belgrano hasta Villa Crespo, en el límite con Palermo.
No solo la oferta hace interesante al Matienzo. Según destaca Aranovich, se crea un vínculo más fuerte con los artistas y los asistentes y, por eso, el lugar es un club y no un centro cultural común y corriente. “En un centro cultural uno no participa. Acá hay una búsqueda de interacción. Muchas veces el público nos hace propuestas. Y lo tratamos de la misma manera que tratamos a los artistas, que es la misma con la que nos tratamos a nosotros mismos”, afirma.
“Entrar al Matienzo es como entrar a tu casa; por eso, siempre vamos a pedir que se la cuide, que se respete al otro. Se recibe a la persona en la puerta para contarle qué propuestas hay, no para ver si puede o no pasar. Entonces se genera una energía diferente; le damos un valor a la construcción social que tiene la cultura, no solo su faceta artística. Este es un espacio al que se puede entrar sin pagar, solo a estar, y si adentro se ve algo que interesa en una sala, ahí se compra la entrada. El lugar se transforma y da la oportunidad de encontrar siempre cosas nuevas”, asegura.
Hacia una Ley de Centros Culturales
El Matienzo es pionero en su estilo, aunque hoy en día la radiografía porteña cambió y hay muchas más opciones culturales. Sin embargo, la falta de una figura que los contemple es el mayor obstáculo. En octubre del año pasado, el club junto con otros espacios comenzaron a hacer circular una iniciativa popular: la Ley de Centros Culturales y Clubes de Cultura. Ya juntaron más de 17.000 firmas y aspiran a llegar a las 40.000 antes de fin de año para que la Legislatura estudie el proyecto.
“Es una ley habilitadora que contempla la creación de distintas figuras, que permiten la habilitación de centros culturales de distintos tamaños, desde los más grandes hasta los más pequeños, como casas de artistas. Hoy todo ese espectro no tiene una figura, está anotado bajo otras, como teatros independientes o peña milongas. La idea es generar un marco que las regule, que cuiden la seguridad del público y contemplen la particularidad de cada uno de los espacios”, indica Aranovich.
La iniciativa no es el único proyecto en común. El Matienzo, junto con otros centros, está preparando para septiembre el Festival de Cultura Autogestionada. El espíritu, como no podía ser menos, es reunir a artistas de distintas disciplinas en diferentes sedes por una semana.
Club Cultural Matienzo
Pringles 1249
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