Las aguafuertes porteñas de Roberto Arlt no pueden faltar en ninguna biblioteca. Ahora es el turno de conocer a las cariocas, con una visión polémica del Brasil de los años 30

Por Agustina Ordoqui
@agusinha

rio de janeiro

“Andá a vagar un poco. Entretenete, hacé notas de viaje”. Así le dijo el director del extinto diario El Mundo a Roberto Arlt, allá por los años 30, cuando ya era bien conocido y tenía un buen caudal de seguidores que esperaban día a día sus aguafuertes. “Me rajo, queridos lectores”. Y a principios de abril, llegó a Río de Janeiro, la tierra de las meninas.

El escritor y periodista argentino se encontró con un lugar completamente nuevo. Y con su fiel estilo cínico, comenzó a desgranar paisajes y personajes de Río, pasando de la admiración al desprecio con solo unas líneas de diferencia.

Su perspectiva es porteña y, por lo tanto, no puede dejar de contraponer a Río con Buenos Aires. De esa forma, Arlt se maravilla con lo educados que son los cariocas y con la impecable cultura de trabajo, a la vez que critica hasta el desgano la poca vida social de Río, donde se trabalha, pero no hay cines, ni teatros para el esparcimiento, ni consciencia política entre los obreros.

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La visión de Arlt sobre Brasil, en general, y Río de Janeiro, en particular, no puede ser por menos polémica. Descubre que muchos de los hombres de bien blancos con los que se cruza alguna vez tuvieron esclavos, y que los negros mayores lo fueron, y se horroriza.

Prevé que Brasil será la potencia de América Latina algún día, aunque se burla de los obreros brasileños, a los que trata de brutos y atrasados. Elogia que las mujeres pueden andar tranquilas por las calles, ignorando que el país era –y sigue siendo- uno de los más machistas de la región.

Las crónicas que escribió en Río de Janeiro, conforman las Aguafuertes Cariocas, publicadas en forma de libro por primera vez este año bajo el sello de Adriana Hidalgo editora. Textos con particulares y originales puntos de vistas; un Arlt en su máxima expresión.

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