Dínamo estuvo en el Festival de Otoño el fin de semana pasado. La Bomba de Tiempo, Babel Orkesta, Petrona Martínez y Olodum fueron algunos de los artistas invitados.

Por Romina Bianchi

Había disfrutado de la entrada en calor con La Bomba de Tiempo en el escenario principal del Lawn Tennis. También había preguntado el precio del agua y prefirió quedarse con la sed y una pequeña reflexión sobre la inflación creciente en los recitales: para esas ocasiones es mejor el agua de la canilla, lectores con bolsillos rotos.

Ya salida del baño para saciar su sed en las gloriosas canillas y hecho el recorrido habitual para divisar los pocos stands del festival, la cronista se encontró con que el escenario pudiente estaba vistiéndose para la próxima embestida. Una silla mecedora, una bandera colombiana y varios instrumentos de percusión hicieron que el público coreara: “Petrona, Petrona, Petrona”. La imagen a la mente, una señora perfecta para la silla en la entrada de la casa, con un abanico en mano y cerca de la vereda diciendo “oye chico” con tonada latina o gritándoles, con un vozarrón bastante pronunciado, a los niños que no dejan de molestarla por las calles coloniales de Cartagena.

La nube de ilusión se transformó en realidad recreada cuando dos hombres con típicos sombreros colombianos y camisa blanca empezaban a remar, otras dos mujeres lavaban la ropa y doña Petrona Martínez – la señora menos joven del lugar- y su ancha pollera celeste y blanca, efectivamente, se abanicaba en el asiento a la espera de interpretar sus canciones al ritmo del bullerengue, relatando en ritmos perfectos las costumbres, historias tristes, felices y sus carnavales que pertenecen solo algunos pueblos de Colombia.

Babel Orkesta siguió con la infalible fiesta de raíces latinas entre chamamé y otras yerbas locales dispuestas a mantener el compás del último y más esperado show de la noche: Olodum. Dichosos fomentadores de autoestima del Salvador de Bahía y de los brasileros residentes en Buenos Aires. No solo los percusionistas mantuvieron el calor de una noche fresca, rompiendo más de cuatro o cinco palos que golpeaban contra los parches de los tambores, sino que también los cantantes complacieron a público con mucha samba reggae de los tradicionales artistas brasileros, bailes y coreografías que lograron hacer bailar hasta el más pata dura de los espectadores para darle fin a una noche de festejo idiosincrásico y unión entre los pueblos latinoamericanos, gracias al Festival de Otoño.

Advertencia
Después de asistir a recitales como estos, deberá tener en el bolso de la dama y el bolsillo de caballero un buen analgésico post noche de cultura latina.

Doña Petrona, prototipo de señora colombiana

Brasil desembarca de la mano de Olodum