Consumismo, desechos y recursos limitados son conceptos que se retroalimentan. La sociedad y los gobernantes deberán ser conscientes de este círculo destructivo para generar un cambio significativo
Por María Luján Torralba
@lutijuana
“Esta crisis que va más allá de la económica, es una crisis social y ambiental cuya causa está totalmente ligada al sistema económico capitalista. El problema central está en la incompatibilidad esencial entre un sistema socioeconómico, basado en la extracción de recursos y generación de residuos creciente, y un planeta con límites. Este sistema se está expandiendo como un tumor por todo el planeta y, además, a una velocidad alarmante. Cabría preguntarse por qué avanzamos en sentido contrario al que la lógica trazaría, y seguimos consumiendo cada vez a un ritmo más rápido cuando el deterioro es innegable. La respuesta está ligada al sistema económico imperante, que se basa en maximizar el beneficio individual en el menor tiempo posible. Un sistema que requiere que el consumo de recursos y la producción de residuos no puedan parar de crecer”. Así declaró María González Reyes, miembro de la ONG española Consume Hasta Morir y Ecologistas en Acción para la Revista Pikara. El consumo, la basura, la extinción de los recursos, el sistema capitalista, son todos conceptos que se retroalimentan y se autoabastecen.
Ni los gobiernos municipales, ni provinciales, ni nacionales, ni las organizaciones mundiales llevan a cabo las estrategias correctas para frenar la producción de residuos. Los negociados con las grandes compañías multinacionales y la necesidad de un consumo infinito permiten la producción descontrolada de basura.
Annie Leonard, autora del documental La Historia de las Cosas, en una entrevista que brindó al magazine El Ecologista, de Ecologistas en Acción, explicó que los precios actuales de los bienes de consumo no reflejan el verdadero costo de producción y transporte.
“Recientemente compré una pequeña radio por 5 dólares. La radio contiene metales, que se tienen que extraer, probablemente de África. Plásticos, para los cuales el petróleo ha tenido que ser extraído en Irak. Papel para el embalaje procedente de los bosques de Indonesia, Brasil o Canadá. La extracción y el procesado de esos materiales han diezmado los ecosistemas de montaña y los acuíferos porque las fábricas que funden el metal y las que hacen el papel emiten polución tóxica al aire, al suelo y al agua. Los trabajadores de las factorías y los residentes cercanos respiran aire contaminado con plomo, mercurio y dioxinas. El verdadero coste de fabricación de una pequeña radio incluye esos ecosistemas degradados, los acuíferos contaminados y los trabajadores y vecinos enfermos, aunque no estén incluidos en el precio. Es lo que llamamos ‘externalización de costes’. Es decir, los costes se desvían hacia el medio ambiente, los trabajadores y las comunidades. El motivo por el cual las compañías pueden vender esos productos a tan bajo costo es porque las compañías no pagan por esos costes que acabo de listar. Cuando una factoría de electrónica emite un efluente tan tóxico que el agua potable de las comunidades cercanas queda contaminada, los miembros de esa comunidad —no la compañía— soportan el incremento en el coste de comprar agua embotellada, los costes del cuidado de la salud y los días perdidos en la escuela o en el trabajo”, manifestó la experta en comercio internacional, desarrollo sostenible y salud ambiental.
Para que exista un cambio significativo se deben tomar medidas globales y a nivel mundial. Sin embargo, cada ciudadano puede colaborar desde su hogar y su comunidad. El primer paso que se debe dar es ser consciente del propio consumo y qué residuos genera. Las famosas tres R (Reducir, Reutilizar y Reciclar) son sumamente relevantes, principalmente las primeras dos ideas ya que no implican generar nuevos contaminantes.
En la actualidad, existen distintas organizaciones y agrupaciones que concientizan sobre el consumo desmesurado. En el Museo Tigre, Buenos Aires, se está exhibiendo durante el mes de diciembre la instalación El techo del consumismo del Grupo Suprema. Esta muestra es un ejemplo de las costumbres y excesos de la sociedad actual. El colectivo artístico integrado por seis artistas mujeres (Mariana Coscia, Carmen Dalone, Catalina Negri, Claudia Rivelli, Josefina Sajón y Victoria Taylor) se propone llamar la atención sobre los riesgos del derroche desaforado a través de una obra realizada en base a desechos.
Consumos, sistema capitalista, desechos, recursos limitados, destrucción. Estas ideas se retroalimentan y se autoabastecen. Repetir esta consigna no genera basura, sino que ayuda a concientizar para un cambio significativo necesario y urgente.
Museo de Arte Tigre
Entrada libre y gratuita
Paseo Victorica 972, Tigre. Tel. 4512.4093/4
Miércoles a viernes, de 9 a 19
Sábados, domingos y feriados, de 12 a 19
Fotos: «El techo del consumismo» del Grupo Suprema