El director de cine, Iván Fund, juega con el guión, la improvisación y la naturalidad. Con esa clave, su película Los labios lo llevó a Cannes y, muy pronto, también a Nueva York.
Por Paula Núñez
Iván Fund representa una de las generaciones más prolíficas del cine argentino. Dirige, produce, escribe guiones, edita y también maneja la cámara. Con 26 años, tiene en su filmografía cuatro cortos, un mediometraje y tres largos, La risa (2009), Los labios (2010), co-dirigido con Santiago Loza y Hoy no tuve miedo (2011). Las tres películas pasaron por el BAFICI, con premios por Mejor Dirección y Mejor Fotografía incluidos.
Los labios, además, viajó al Festival de Cannes, en el que las actrices principales, Eva Bianco, Victoria Raposo y Adela Sánchez, fueron galardonadas con el premio a Mejor Interpretación Femenina. Este mes la película podrá verse en las salas del Malba y del Cosmos-UBA, pero también los neoyorkinos podrán disfrutarla porque en junio será proyectada en el cine Maysles de la ciudad estadounidense.
La película Los labios narra un momento en las vidas de tres mujeres que viajan a un paraje semi-olvidado en el norte argentino para hacer un relevamiento sobre la situación sanitaria de la zona. En el film, hay una mezcla entre ficción y documental, porque, como explica Fund, hay un guión, hay actrices, pero también los lugareños intervienen desde su realidad. Algo parecido genera La risa, que muestra de una forma tan natural el momento en que un grupo de amigos salen de un boliche y emprenden el regreso a casa que parece que los actores se conocieran de toda la vida y la cámara sólo los observara ser.
Aunque Fund no esté seguro de si hay una idea unificadora en sus películas, afirma que su cine “tiene definitivamente que ver con la posibilidad de la compañía, de la búsqueda de cierta comunión, como una suerte de redención del día a día”.
Revista Dínamo: ¿Cómo fue pasar de dirigir sólo, en La risa, a co-dirigir con Santiago Loza, en Los labios?
Iván Fund: Yo fui, productor, asistente de dirección, director de fotografía y camarógrafo en las últimas tres películas de Santiago y él, a su vez, colaboró con el guión de La risa. Todo esto mientras escribíamos y reescribíamos el guión de Los labios. Ya sabíamos trabajar juntos, y creíamos que lo más orgánico era que la dirigiéramos los dos. Desde luego, es muy diferente dirigir en solitario que compartir una mirada con otra persona, pero de eso se trataba, de poder ceder, confiar y compartir esa búsqueda. Y creo que ese es uno de los puntos fuertes de lo que para nosotros significó la experiencia de hacer Los labios.
RD: ¿Cómo fue el trabajo previo que realizaste con los actores? Porque tanto en La risa como en Los labios hay una sensación de realidad, de que todo es improvisado, de que el guión se fue gestando en la marcha. ¿Esto fue así o fue algo buscado?
IF: Tanto en La risa como en Los labios, había un guión escrito, un tratamiento corto en el caso de La risa y un guión de formato más paradigmático para Los labios. Si bien las escenas y algunas líneas de diálogo están pautadas, lo que no sabemos es el “cómo” de cada escena. Hay mucho de improvisación sobre esas pautas, pero constantemente intervenida por indicaciones que voy dando durante la toma. Trabajar de esta forma hubiese sido imposible sin actores que estén tan abiertos y permeables a lo que cada situación proponía y desde donde ellos mismos tenían que reaccionar, proponer y jugar la escena, incluso con no-actores donde las herramientas son otras y la idea misma de actuar tiende a desvanecerse.
RD: En Los labios, ¿las personas del pueblo eran actores o recibieron alguna indicación?
IF: En Los labios las únicas actrices profesionales son las tres protagonistas, el resto es gente del lugar y el personaje de Raúl, el chofer municipal que las lleva y trae del hospital, es mi tío. A la gente que estuvo interesada en participar de determinadas escenas, lo que se hacía era, obviamente luego de explicarles la historia de la película y decirles que las actrices interpretaban a asistentes sociales, lo que se proponía era un juego de improvisación donde ellas preguntaban cosas de rutina para una entrevista de relevamiento sanitario y ellos podían responder lo que quisiesen.
RD: ¿Cómo se lograban las escenas en esa idea y vuelta entre actores y no actores?
IF: La escena sucedía, por lo general, de corrido en una sola y larga toma, en la que íbamos marcando u orientando en vivo la situación hacia donde el guión lo requería, pero eran sobre todo indicaciones para las chicas sobre marcas puntuales o alguna acción concreta. Lo que sucedía en las escenas de las entrevistas era que la mayoría de la gente nos decía que preferían responder con la verdad porque era más fácil que andar inventando algo. En las escenas más complejas, como la del bar del final por ejemplo, se trabajaba de la misma forma con las actrices que con los no-actores, dando indicaciones en vivo y haciendo marcaciones durante la toma.
RD: Dentro de la película, ¿planearon hacer una crítica social?
IF: Si bien somos plenamente concientes del tenor social y político de la propuesta, no fue nunca un punto de partida, ni de llegada. Claro que la película plantea una postura frente al mundo, pero nunca la pensamos en esos términos. Discutimos y reflexionamos mucho con Santiago acerca de lo que no queríamos que fuese la película, acerca de lo peligroso de caer accidentalmente en ese cine que ambos aborrecemos, un cine miserabilista, meramente expositivo, demagógico. Pero al momento del rodaje, al estar ahí, la misma realidad de esa gente se impuso.
RD: ¿Qué balance hacés después de que Los labios lleve un mes en cartel?
IF: Si bien el lanzamiento de la película fue pequeño, estamos muy contentos y nos sentimos privilegiados de poder compartirla finalmente con el público y estrenar en salas que significan tanto para nosotros como la Lugones o el Malba, que son espacios a los que uno le tiene mucho cariño, donde tuvimos la posibilidad de encontrarnos con las películas que nos marcaron.
RD: ¿Cómo fue la experiencia del viaje a Cannes?
IF: Lo de Cannes fue tan inesperado como disfrutable. Nunca imaginamos que la película pudiese tener el recorrido que tuvo, que por lo general está predestinado para otro tipo de producciones. En ese sentido fue una sorpresa doble. Pero si bien fue una experiencia increíble, coronada con el premio que recibieron las chicas a la mejor interpretación femenina, para nosotros nada se compara con el día que tuvimos la película terminada y lista. Verla y sentir que era lo que habíamos ido a buscar, que exista, esa es la mayor recompensa, lo demás es yapa.
RD: Con respecto al estreno de Los labios que tienen programado en Nueva York, ¿se vio impulsado por el paso por el BAFICI y por Cannes?
IF: El estreno en Nueva York surgió gracias al interés de Livia Bloom, que es quien vio la película en Cannes, la adoró y decidió proponernos la posibilidad de que pudiera verse allá. Está de más decirlo, pero Cannes funciona como una suerte de atajo para que el mundo se entere de que tu película existe.