Carolina Ortega vive un gran momento gracias a su libro “Taxi”, en donde cuenta un increíble y conmovedor encuentro
Por Federico Moretti
@fede_pmoretti
Carolina Ortega lleva un buen tiempo en el mundo de los medios, y el lanzamiento de su libro Taxi. Cómo encontré a mi papá después de 30 años, que se convirtió en un éxito de ventas, la posicionó en uno de los mejores lugares de su carrera.
A lo largo de sus 192 páginas, el texto cuenta que un día de principios de abril de 2013 subió a un taxi rumbo a la zona sur del Gran Buenos Aires porque su madre había sido asaltada. En el camino, mientras pensaba en su mamá, miró al espejo retrovisor y descubrió que el conductor era su padre.
En esta entrevista, Ortega cuenta sobre la desafiante experiencia que vivió al escribir sobre este suceso y fragmentos de su pasado como niña, adolescente y mujer.
Estamos sentados en un bar a pocas cuadras del Luna Park. El calor del verano desaparece por un rato mientras conversamos tranquilos, rodeados de turistas, árboles y los imperantes edificios de Retiro.
Una mujer de la mesa contigua la reconoce apenas nos encontramos. “Sos la chica del libro, te felicito”, a lo que Carolina le replica un suave pero enérgico “muchísimas gracias”. Hacia el final de la entrevista, la misma mujer la felicitaría de nuevo.
Las personas que pasan la miran como sabiendo que la conocen del programa de Mirtha Legrand, donde estuvo hace unos días. Es que no se puede evitar, la tele y Mirtha son como el toque de oro del rey Midas.
Revista Dínamo: Muchas personas te consideran como una suerte de “leyenda urbana” gracias a tu historia. ¿Eso te ayudó a contar de manera fácil lo que viviste?
Carolina Ortega: Al principio no. La historia era tan personal que a veces era difícil escribir, hay que dejar descansar las cosas. Amigos, colegas y gente que conocía mi manera de escribir me insistieron: “Podés escribirlo, podés contarlo”. Por otro lado, estuvo la repercusión que tuvo mi relato en la gente (en Twitter), que se emocionó. Me empezaron a llegar muchos mails con historias similares y eso fue lo más determinante. El dilema después fue qué escribir, si agotar todo en esa sola noche. Lo pensé más como si fuese un diario en donde yo le tuviese que contar a mi viejo una historia que en realidad vivimos todos, como los quilombos de la adolescencia, la carrera que vamos a seguir o el primer laburo. Pero dije “Bueno, lo entrego así”, salió de un tirón y así se lo mandé a mi editora, Ana Caruso. Las repercusiones fueron muy buenas y eso me pone contenta.
RD: ¿Qué fue lo más duro que tuviste que afrontar a nivel físico o emocional en la experiencia de escribirlo?
CO: El capítulo 12 sin dudas, es donde hablo de la partida de mi abuelo. Probablemente porque fue un hecho reciente, nos marcó mucho a mi familia y sobre todo a mí de manera física, desde gastritis hasta no poder dormir de noche. Un combo de cosas que suceden cuando estás ansioso por algo.
RD: ¿Recordaste algún episodio en especial de tu infancia cuando miraste al espejo retrovisor y viste a tu papá?
CO: No hubo lugar para los recuerdos, la sensación de tenerlo ahí fue demasiado fuerte a nivel físico. Fue como un momento blanco y yo no podía creer que estuviera pasando realmente. Para mí era una joda o algo grave estaba pasando en mi mente que tenía que ir directo al geriátrico (risas). Cerré los ojos bien fuerte, volví a mirar al espejo. Recuerdo que además miré por la ventanilla y pensé: «No puedo creer lo que está pasando”. Fue un alivio total, como cuando cargás una mochila pesada y de pronto estás flotando en el aire. Me imagino que algo así debe ser como estar en el espacio. Algo que siempre menciono es que, dentro de esas circunstancias, ninguno de los dos nos habíamos buscado. Lo que sucedió fue una obra del destino, ese día me encontró y hoy estamos en contacto, pero podría haber pasado lo contrario. Todavía me sorprende el estar presentando este libro y la idea se está ajustando en mi cabeza.
RD: La imagen del taxi es percibida como una segunda terapia en donde podemos conversar con el conductor y sentirnos bien. ¿Te resultó difícil reconstruir esta figura en la tapa?
CO: Casi ni la pensé. En la editorial sugirieron que tenía que estar yo por mi historia, lo cual me shockeó mucho, es casi un diario. Cuando lo propusieron, llegué a mi casa muy poco convencida hasta que mi novio me dijo “Están haciendo lo mejor para la difusión del libro, míralo desde ese punto de vista”. Tuve mucha suerte porque soy amiga y fui colega de la reconocida fotógrafa Alejandra López, tanto ella como el señor del taxi al que llamamos fueron muy amables, él conocía la historia y se involucró un montón. Pasamos una tarde muy ardua sacando fotos en todas las posiciones y cambiando de luces, hasta que quedó la que es y estoy muy conforme.
RD: ¿Cómo le está yendo al libro a nivel internacional?
CO: Alcanzó un importante crecimiento, sobre todo en Latinoamérica, pero también en España, Alemania, China y Australia. Se han abierto puertas para todos lados. A los pocos meses del encuentro con mi papá, me llamaron de Canal 13 de Chile para que participara de un reality y contara la experiencia, algo muy loco.
RD: Tu camino como periodista, comunicadora institucional y otros tantos trabajos es muy interesante. ¿Pensás que la evolución positiva de tu libro podrías dedicarte completamente a la escritura?
CO: Terminé agotada, fue un mes muy intenso en donde terminé dejando mi trabajo como asesora en el Congreso nacional para poder encerrarme en una casa de campo sola, sin distracciones ni teléfono, solo me dediqué a escribir. No imagino vivir de la escritura aunque siempre escribo, pero amo mucho la comunicación y la política también. Trabajo desde los 14 años, hace un tiempo logré unificar ambas profesiones y estoy muy feliz. Es un misterio lo que me depara el futuro. Pienso mucho en todas las cosas que se presentaron mágicamente que es casi imposible detenerse a pensar en lo que va a suceder luego.
Nota publicada en marzo de 2015, reeditada para el número aniversario de Dínamo (marzo 2016)