Standuparty es el after office que combina comediantes con tragos y música. Una noche diferente para cortar la semana en la ciudad
Por María Luján Torralba
@lujitorralba
Miércoles, hora pico. Él manda el último mail del día, apaga la computadora y cierra la puerta de esa oficina que todavía le dejó dando vueltas en la cabeza algunas preocupaciones. Ella saluda a sus compañeros, agarra su enorme cartera rosa y va corriendo a tomarse el 168 que la llevará a su encuentro. Las puertas de Niceto Club se abrirán a las 20 horas pero ellos ya están haciendo la fila para entrar junto a decenas de personas. Hoy es noche de humor, música y tragos. Es noche de Standuparty.
El ciclo organizado por el canal de televisión Comedy Central es un delicioso cocktail que fusiona de la mejor manera una buena barra, música pop y sagaces comediantes para que todos los sentidos se relajen en un ambiente lúdico y distendido. Standuparty es un after office diferente que ha sabido seducir al público porteño en el verano y continúa haciéndolo en sus nuevas ediciones.
Termina de sonar Crazy de Britney Spears y la atención va al escenario. El seguidor ilumina el micrófono y allí aparece Diego Scott, el presentador. “¿Quién tiene un trabajo de mierda? A quien tenga el peor trabajo le regalo una remera”, dice. Una profesora de secundario, un empleado de un call center y un chico de sistemas son algunos de los ganadores. El ida y vuelta con Scott mientras camina entre el público hace que la timidez se diluya y todos, o por lo menos muchos, quieran formar parte del show. Luego, dos standaperos amateurs suben al escenario para hacer sus monólogos, que cuentan con el apoyo de la gente que ríe al final de cada gag.
El reconocimiento y la popularidad de los comediantes del stand up en Buenos Aires han crecido de forma exponencial en los últimos años. Pioneros, consagrados del género y principiantes ocupan salas y espacios de numerosos teatros y bares de la ciudad. Si bien a simple vista se podría pensar que Standuparty es un evento más del humor de pie, la propuesta se diferencia por el contexto joven y abierto dispuesto a divertirse como en una fiesta de cumpleaños infantil.
Pablo Mazzolla ya está en escena. Ni bien pasan los primero minutos de su monólogo, el público ya entra en código. Su cuestionamiento sobre las frases hechas y dichos usados popularmente sólo recibe aplausos y risas como si estuvieran presentes los reidores de una sit com. Al finalizar vuelve Diego Scott y le pregunta al público: “¿Quién garchó alguna vez en el trabajo?”.
Ahora suena Miranda y las burbujas de la cerveza ya llegaron a algunas cabecitas. La siguiente comediante, Dalia Gutmann, previo a realizar su número, cuenta: “Standuparty es un lugar revolucionario para el stand up porque tiene un clima muy boliche pero a la vez le da una vuelta de tuerca a la salida nocturna tradicional.” Mientras piensa con qué ropa saldrá a escena explica que para los comediantes es importante escribir sus propios textos y que, una vez frente al público, es muy imprevisto lo que puede pasar. “El stadapero es un sociólogo trucho que va eligiendo datos de la realidad que están ahí y que usualmente la gente los deja pasar. Estoy muy atento a aquellas cosas que me dan bronca, celos o me hacen sentir muy pelotuda y todo eso trato de transformarlo en material humorístico”, concluye Dalia ya casi lista para hacer su show.
Las palabras de Dalia hacen recordar a las de Umberto Eco, quien dice que el humor es violar una norma implícita aceptada por la sociedad. Ese quiebre, esa forma de mirar las cosas de la vida cotidiana con otro enfoque se lo hizo notar Gutman a él cuando dijo que las mujeres nunca mirarían a un hombre que le lleve la cartera a la novia. Y es que él tenía en ese momento la enorme cartera rosa de ella. Las cosas que les pasan a ellos, pasan y los cómicos hacen que todos se diviertan con ellas.
Para Félix Buenaventura, el último artista de la noche, las claves de un buen comediante son la paciencia y la disciplina. Pareciera que cualquiera que es el gracioso de los asados pudiera subir a un escenario, pero no es tan sencillo. Félix explica: “No hay que pensar nunca en querer vivir de esto sino hacer la mejor versión posible de uno mismo arriba del escenario, abajo también. Corregir los errores, tomar riesgos, no repetirse. Yo empecé hace once años y me fui a España a entrenar allá. Volví y me sorprendí de cómo había crecido el género. Comedy Central también ayudó a que esto suceda. Ahora es increíble, no es una moda, es una forma de arte urbano que va solo para arriba.”
Félix Buenaventura es dueño de un estilo personal muy particular y la gente lo ama. Con sólo verlo de pie, ya causa gracia. La fiesta está terminando pero todos tienen ganas de más. Ponys, un curioso cuestionario y un tutti frutti de temas son los hilos conductores del monólogo. “Para mí el público son amigos a los que no les conozco el baño de la casa. Los que están conmigo bienvenidos y los que no, todo bien. Trato de escucharlos para ver qué les puedo ofrecer. Yo estoy ahí para que la gente la pase bien. Mi trabajo es hacerlos reír. Mi fin es conectarme con ellos”, remata Félix minutos antes en el camarín.
Aplausos y risas. El show terminó y próximamente será la nueva edición de la fiesta de la risa.