Destiempo. Detrás del vidrio no existe el futuro o el pasado. Es imposible saber si está lloviendo mientras, si fue antes y, entonces, quedaron las gotas del llanto de la muchacha del Dauphine. O si el ingeniero estaba en el asiento de a tras mirándola de reojo.
Por Romina Bianchi
@rominapbianchi

“Pero el frío empezó a ceder, y después de un período de lluvias y vientos que enervaron los ánimos y aumentaron las dificultades de aprovisionamiento, siguieron los días frescos y soleados en que ya era posible salir de los autos, visitarse, reanudar relaciones con los grupos vecinos. Los jefes habían discutido la situación, y finalmente se logró hacer la paz con grupo de más adelante. De la brusca desaparición de Ford Mercury se habló mucho por un tiempo sin que nadie supiera lo que había podido ocurrirle, pero Porsche siguió viniendo y controlando el mercado negro. Nunca faltaban del todo el agua o las conservas, aunque los fondos del grupo disminuían y Taunus y el ingeniero se preguntaban qué ocurriría el día en que no hubiera más dinero para Porsche. Se habló de un golpe de mano, de hacerlo prisionero y exigirle que revelara la fuente de los suministros, pero en esos días la columna había avanzado un buen trecho y los jefes prefirieron seguir esperando y evitar el riesgo de echarlo todo a perder por una decisión violenta. Al ingeniero, que había acabado por ceder a una indiferencia casi agradable, lo sobresaltó por un momento el tímido anuncio de la muchacha del Dauphine, pero después comprendió que no se podía hacer nada para evitarlo y la idea de tener un hijo de ella acabó por parecerle tan natural como el reparto nocturno de las provisiones o los viajes furtivos hasta el borde la autopista.”
Fragmento de La autopista del sur incluido en Todos los fuegos el fuego (1966) de Julio Cortázar

Foto Romina Bianchi

