La popular serie de Netflix muestra con humor cómo es la vida dentro de un penal de mujeres. Las mamis, el trabajo, el pecado y las conclusiones

Por Julieta Marucco
@JulietaMarucco

orange is the new black

Piper no hizo algo extraordinario. No. Miles de personas en el mundo se involucran con un cartel de droga como mulas. Pasan pequeñas cantidades de droga o dinero ilegal, de un lugar a otro. Piper pasó, una vez en su vida, una valija llena de dinero. Pero su historia no nos interesa por eso. Piper atrapó nuestra atención por ser una mujer blanca, de clase media acomodada, que pasó un año en la cárcel. Es que la cárcel, claramente, no está hecha para universitarios.

Piper es Piper Kerman. Escribió Orange is the new black, un libro que contiene su experiencia en la cárcel. Jenji Kohan se inspira en las historias de Kerman para crear una serie de televisión con el mismo nombre. Una serie que se emite desde el 2013 y que tiene al público ansioso por la llegada de su tercera temporada. En la serie, Piper Kerman se transforma en Piper Chapman.

Kerman trató de pasar desapercibida durante toda su estadía en la cárcel. Con perfil bajo, pero no aislada. En cambio, Chapman se convirtió en el centro de atención durante la primera temporada. Como si fuera la hija del medio, Chapman estaba en cada conflicto de la casa. En la segunda temporada, por el contrario, Jenji Kohan da lugar a que los personajes secundarios tengan su protagonismo, sin dejar que Chapman pase inadvertida.

Kerman y Chapman cometen el error de hacer un comentario desafortunado sobre la comida frente a la compañera que se ocupa de llevar a cabo esa tarea. Kerman obtuvo una mirada fulminante y un consejo. “Comentarios como esos pueden llevar a un motín y eso puede costarte caro (el aislamiento y la extensión de la pena)”. A Chapman le fue peor. Su comentario fue retribuido con un sándwich de tampones usados y varios días sin comer. Al fin y al cabo, la serie es una comedia que debe tener impacto televisivo.

Con esto digo que si quieren saber cómo pasó sus días en la cárcel Piper Kerman, deberán leer el libro. La serie es la historia de Piper Champan. Y aunque la actriz Taylor Schilling sea muy parecida físicamente a Kerman: rubia, delgada, de piel blanca y rasgos refinados que la hacen más joven de lo que es, interpreta a un personaje, no a una persona. Lo mismo es para el caso de sus compañeras. La creadora de la serie hizo así. Tomó un pedacito de una, un pedacito de otra y puso su imaginación para moldear un personaje.

piper kerman

Si bien cada personaje tiene su función dentro de la trama, no son homogéneos. Son personajes basados en la contradicción. Evolucionan, retroceden, hacen las cosas bien, hacen las cosas mal. Son creíbles, son humanos y tienen el toque de veracidad que le da el hecho de haberse basado en una historia real para escribirlos. En general, sucede eso con los personajes, pero siempre hay excepciones. Los espectadores también necesitan personajes llenos de maldad para odiar y a la vez, para reafirmar nuestra empatía con los otros y vivir sus momentos de tensión. Por suerte, eso queda para el guardia cárcel “Pornstache” y la nueva reclusa “Vee”.

La archienemiga de Chapman, “Pennsatucky”, no cae en ese lugar. Pennsatucky es un personaje que gusta ver en la serie. Es bajita, menudita, a simple vista una persona incapaz de hacerle daño a nadie. Pero cuando habla con su voz rasposa como de otro cuerpo, salen palabras groseras, llenas de rencor y fanatismo, que demuestran que puede entrar en ebullición en cualquier momento. Pero, otras veces, su voz rasposa puede tomar un tono más suave, sus palabras mostrar ingenuidad y solo transformarse en una niña caprichosa. Porque la cárcel, dice Kerman, también infantiliza a las personas.

Las mamis

La mayoría de las prisioneras vienen de hogares fracturados. Es cierto. Pero también es cierto que para sobrevivir en un contexto de encierro es necesario crear lazos con otras personas que se encuentren en la misma situación. La soledad hace pensar mucho. No ocupar el tiempo, también. Es como si la mente castigara a su dueño por no hacer algo productivo. No quiere decir que todo sea producto de la mente. El sistema carcelario hace su aporte y lo hace muy bien. Hay que sobrevivir a eso. Por eso, Kerman, como otras de sus compañeras, hizo nuevas amigas. Y también se apoyó mucho en Pop, una señora mayor que ella, que estaba a cargo de la cocina. Pop ocupaba ese rol madre. Protegía y aconsejaba a mujeres maduras, que se encontraban indefensas. Mujeres que necesitaban que les dijeran que todo iba a pasar, que nadie les iba a hacer daño.

En la serie esta relación “maternal” aparece. Las blancas son lideradas por “Red”, una mujer rusa de cabello corto, color fuego. Las latinas, por Gloria Mendoza. Y a las negras les toca algo peor que la madrastra del cuento, el liderazgo de Vee, que las va a meter en serios problemas. En el libro y en la serie, se muestra una tensión étnica muy fuerte. El sistema carcelario reproduce y acentúa cómo es la sociedad. Las más experimentadas son las que toman el liderazgo de su grupo. Son las que le dan la bienvenida a la que ingresa, le llevan algo de shampoo o algún elemento de higiene. Son las que conocen bien a los guardia-cárcel, quién es quién ahí y fundamentalmente, cómo conseguir cosas.

Si en situación de libertad los bienes materiales determinan las relaciones sociales, aquí no es la excepción. Pero tampoco, como describe Kerman, todo tiene un interés material. Aquellas mujeres vuelven por un rato al secundario. Se escriben cartitas, tarjetas. Decoran el cubículo de la cumpleañera con cartelitos. Su demostración de cariño, si no fuera por otros elementos, podría hacernos creer por un rato que estamos viendo un pijama party. Esos lazos, a veces, son los únicos con los que cuentan. Parejas se separan. Familiares por vergüenza, enojo u otras razones, las abandonan allí. A su vez, el sistema no da permisos para visitar a un familiar enfermo o para ir a su funeral.

orange

Muchas mujeres que están encerradas son madres o pasan todo su embarazo en la cárcel. Para una madre cada segundo sin sus hijos es una tortura. Cuando la condena es larga y el niño es pequeño, la pérdida y el paso de los años son más notorios. Se pierden sus primeros pasos, sus primeras palabras, su primer día en el colegio, sus primeras salidas, sus visitas al pediatra. Prácticamente las madres se pierden de toda su formación como persona.

Su hijo es algo propio, y se vuelve a la vez extraño. Una madre puede conocer qué le pasa a un hijo, porque conoce sus miradas, porque las observa todos los días. Frases de madre como “siempre hace temperaturas muy altas cuando se enferma”, “nunca le gustó la zanahoria hervida” no salen. No salen porque faltó la convivencia que explica muchas cosas sobre esos niños. Porque la maternidad es una construcción que se hace muy difícil a la distancia. Por eso, la amenaza de un traslado se vuelve perturbadora.

El trabajo

Kerman y Chapman consiguen trabajo como electricistas. La remuneración más importante es pasar las horas con algo para hacer. Lo otro es chiste. Son apenas unos centavos por hora. Si una presa no tiene contacto con el exterior que le pueda aportar algo, por su cuenta no conseguirá mucho. Otros trabajos son atender la cocina, limpiar, atender el almacén y la biblioteca del lugar. No hay formación laboral para el afuera. Y ese es el miedo que tiene toda mujer antes de salir. Dónde conseguir trabajo, dónde ir a parar. Esto puede producir una reincidencia. Que ante la falta de empleo y lugar para dormir, la persona liberada regrese al entorno que la introdujo al delito o a las adicciones.

El pecado

La mayoría de las mujeres que van a prisión lo hace por delitos no violentos (violencia física). En el libro los motivos son: ser mula, vender droga, estafas, presa política y ser adicta a las drogas. Vender o pasar droga es algo grave. Estafar a alguien no está bien. Pero eso no quita lo injusto que es el sistema carcelario. No caen los líderes del narcotráfico ni los peores corruptos del sistema. Caen mujeres pobres que arriesgan su vida para pasar en su estómago una bolsa con droga. Cae quien pasó una valija con dinero, no el dueño de la valija. Cae la mujer que no tiene plata para pagar una fianza ni para contratar a un buen abogado. Y a la mujer adicta la encierran en un penal sin razón, cuando debería estar en un establecimiento de salud.

Las conclusiones

Piper Kerman ha sacado como conclusión lo siguiente: el sistema carcelario solo sirve para castigar a alguien, no para que reflexione sobre lo que hizo. Ella dice que el sistema carcelario solo te enseña a ser prisionera, sus reglas y nada más. Lo que aprendió fue a partir de sus compañeras. Al conocer mujeres que sufrían de adicción entendió que había cometido un grave error. Una conclusión importante que quizás no hubiese sacado porque a nadie le importa.