“La carrera del animal” es la ópera prima de Nicolás Grosso, director que se proyecta a futuro. Es una de las favoritas del BAFICI para ganar como mejor película argentina.
Por Agustina Ordoqui
Un padre, ser omnipresente y sin presencia física en toda la película, deja su fábrica a cargo de sus dos hijos, Valentín y Cándido. Uno duda, otro presiona. Tomar las riendas del negocio familiar, bajar la persiana o entregarlo a los empleados, el dilema que enmarca otra cuestión: las nuevas responsabilidades que caen sobre el protagonista y la soledad y el conflicto permanente en el que queda sumido.
Esa es la historia que presenta el argentino Nicolás Grosso en La carrera del animal, su ópera prima, que compite en el Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires como mejor film nacional. A pesar de tener la particularidad de enfocarse en el lado patronal de un conflicto fabril, el mismo director se encarga de aclarar que no es más que un contexto. El énfasis de la película está puesto sobre los sentimientos encontrados que genera el eventual cierre de una fábrica.
Lo que son esa línea de largada y el camino salvaje hasta la llegada se trasluce en cada minuto del film. Valentín es un joven devenido en empresario sin su consentimiento, con un hermano un tanto psicópata, una abogada familiar que le indica a la fuerza qué es lo que le conviene y una horda de empleados dispuestos a llevar la lucha por sus puestos de trabajo hasta las últimas consecuencias.
Revista Dínamo: ¿Por qué elegiste un marco de conflicto laboral para contar la historia de Valentín?
Nicolás Grosso: Quería explotar la pelota de peligros y complicaciones que podía traer una herencia, siendo algo mucho más grave que una cuestión familiar como puede ser la continuidad de mucha gente que trabaja en una fábrica. Era más perturbador tener que hacerse cargo de todas esas personas. Esto afectaba directamente a la vida del protagonista.
RD: Desde lo artístico, decidiste filmar en blanco y negro y dejar un contexto espacio-temporal confuso, aunque se puede deducir por la ropa y otros elementos que se ubica en la década del 90, ¿ese entorno tiene que ver con alguna lectura crítica de esa época?
NG: En verdad, quise despegarlo de la realidad y de la actualidad política, aunque es cierto que se presta para un análisis del tipo social al ubicarse en esa época. Incluso Quintín en su blog me relacionó con una supuesta nueva vanguardia kirchnerista. La idea original no fue así.
RD: Se presta porque muestra a los empleados de la fábrica que va a cerrar bastante radicalizados, hay una relación tensa entre ambos bandos, el hermano de Valentín y la abogada representan cierto poder…
NG: El hermano es psicopático y representa el abuso de poder. A diferencia de Valentín, Cándido toma la posición que le conviene y no piensa en el resto. Hay otro personaje, que refleja a los obreros y que es el que muestra las mejores intenciones, el que tiene interés en la continuidad laboral de sus compañeros. Además, no quería plantear a los empleados de la fábrica como víctimas de una situación. No quería subestimar el alcance del poder de ellos, sino ponerlos como personajes de peso.
RD: Sos uno de los favoritos para alzarse con el premio de la Competencia Nacional, aparte de que estás en la producción de Un mundo misterioso, también participante, ¿cuán importante es el BAFICI para un director nuevo?
NG: A los directores operaprimistas o que no tienen propuestas clásicas, nos permite darnos a conocer y mostrar lo experimental. Sin duda, es una herramienta vital para nosotros.
La carrera del animal. Domingo 17 de abril. 11 horas. Hoyts Abasto.
Director: Nicolás Grosso. Duración: 73 minutos