“Salieron dos monjas de la ex fábrica de Parker que venían de afeitar psicóticos y bajó un ovni con un marciano que me dijo que era escritor”, ironiza este artista de 32 años

Por Luján Torralba
@lujitorralba

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Nacido en junio de 1980, Aquiles Cristiani publicó a los 31 años su primera novela, Silvia, en la editorial Pánico El Pánico. También participó en varias antologías.

Revista Dínamo: ¿Qué es ser un joven escritor?, ¿desde cuándo te autodenominás escritor?

Aquiles Cristiani: Hoy es más difícil preguntarse qué es ser joven que argumentar la autodenominación de un escritor como tal. Yo tuve una suerte, estaba en la calle Agaces en un barrio en que se lee de atrás para adelante. Salieron dos monjas de la ex fábrica de lapiceras Parker que venían de afeitar a los psicóticos y bajó un ovni con un marciano que me dijo que era escritor. Después se lo conté a mis viejos y festejamos. ¡Cómo para no hacerlo! Clara era la señal de que ese era mi camino, en pocos años me compré con las ventas de mi única novela una casa en el arroyo Piriguí Caram, donde fundé el primer club de pesca proteccionista. Hoy, gracias a todas las personas que quieren pescar sin anzuelo, pescadores arrepentidos en general, gente que se cansó de destrozarle la boca con un fierro retorcido a un animal para que no escape, logré comprarme un jet ski y con un paracaídas que saqué por dos pesos en el Ejército de Salvación filtro el agua de los arroyos principales de la Venus del Delta, una figura topográfica que estoy dibujando con agua más pura para que la fotografíen los satélites de Google. Es inviable que ponga un satélite sólo para sacar una foto. ¿Y qué saco? Filtro. en realidad, bolsas, pañales, medias de nylon, babas de papel, perros, ratas y personas muertas, pero por suerte todavía son más las ramas y las hojas las que junto.

RD: ¿Cuáles son tus referentes literarios?, ¿qué texto te marcó para siempre?

AC: En algún momento creí conocer mis referencias literarias pero me estaba mintiendo, año tras año la trama se va enrulando y detesto las fundaciones míticas. Me aburren, me parecen incompletas, ciegas, precarias, cagónicas, sobreintencionadas. Entre los nueve y seis años me regalaron el Libro de la Selva de Kipling. En ese momento doscientas y tantas páginas eran más que una enormidad, ni siquiera sé cómo me animé a intentarlo. Estaba acampando con mi familia al pie de la cordillera, en Uspallata; queríamos jugar al fútbol con mis hermanos pero nos faltaba el aire y las tardes eran notablemente más largas. Dar oxígeno a la falta de movimiento, no sé si eso no es la literatura. Descubrimos una manera de bajar montañas esquiando avalanchas de rocas, no muy grandes pero sí muy divertidas. Yo quería jugar básicamente pero la altura acotaba los momentos de descarga física y me obligaba a estar más quieto. Leí el libro con una linterna en dos noches. Cuando terminé no sabía qué hacer, no había traído otro libro. De vuelta en Buenos Aires mi viejo interpretó mi inquietud porque empezó a pasarme libros. Me acuerdo que aprovechó una oferta y me regaló una colección de historias sobre ovnis, eran una porquería (con el tiempo me di cuenta que lo más cercano a la ciencia ficción que me llegó a gustar fueron Copi y Voltaire). De los doce o quince libros de esa colección leí dos y me parecieron pésimos. Los abandoné. Me pasó aventuras de Emilio Salgari, menos todavía, sentía que me tomaba el pelo. Sir Arthur Connan Doyle tampoco funcionó. De la literatura infantil me quedé, además de Kipling, con Wilde. Si no me hubiese cruzado a tiempo con un segundo escritor no sé qué habría pasado. Wilde y Kipling eran algo que las historias de los ovnis, no; los Elige tu propia aventura tampoco tenían eso. Estaba de moda Socorro de Elsa Bornemann, pero sólo te daba letra para acercarte a las chicas a esa edad en que una historia de terror las excita y la visibilidad de la cópula está a la distancia del horizonte. Después de Wilde apareció Quiroga y pisé tierra firme.

RD: ¿Cómo llegan las historias a tu mente?, ¿en qué te inspirás?

AC: Historias a mi mente llegan todo el tiempo, todos los días, pero como escribo con las manos, a la inspiración la agradezco pero no me sirve de motor. La inspiración es como el turbo de un jueguito de autos que tengo en el celular. Te adelantás doscientos metros.

RD: ¿Qué concepto englobaría toda tu obra?

AC: Englobar es generalizar con preservativo.

RD: ¿Cómo definirías tu estilo?

AC: Como un espejo de mi manera de escribir, eso no es, no existe, pero sí, soy yo.

RD: ¿Qué personaje de ficción te hubiera gustado ser?

AC: Alguno de mis personajes. Ahora, libros hubiese querido escribir muchos otros.

RD: ¿Con qué artistas de otras disciplinas te identificás?

AC: Con los taxistas, con la gente que trabaja en salud mental, con los hortelanos, con los poetas.

Su blog:

www.duranteuntiempo.blogspot.com

Y un poema de él, Reglas puras:

Unos llegaron con el Lucumi y el Abakua, otros con el Arará
con reglas que son y serán puras. Al cruzarse surgieron variantes y
se formó el arroz con mango. Había muchísimas casas y linajes
los Timbiseros, los Mondongos, los Mandingas. Un Bisongo
lloraba en la hamaca que había colgado de una palma
estaba triste, recordaba a la familia.
De este lado del mar ya ninguno sabía cómo conservar la pureza.
Así que alzó el machete y cortó la cabeza del mayoral
la primera Regla es libertad
y así levantó el Cabildo de los Congos Reales
Muchas personas nuevas y paleros no son concientes
que los siete rayos están llenos de huesos,
palo y restos de cerebro.
O no conocen que se ha ramificado por todo el mundo.
Lo más importante es que todo el mundo está feliz
con la práctica de esta Regla.