Un poema, un momento, una revolución. Alfonsin Storni fue una de las precursoras en la poesía feminista y sus letras marcaron distintas generaciones a través del tiempo
Por María Luján Torralba
@lutijuana

Junto a la playa, núbiles criaturas,
Dulces y bellas, danzan, las cinturas
Abandonadas en el brazo amigo.
Y las estrellas sirven de testigo.
Visten de azul, de blanco, plata, verde…
Y la mano pequeña, que se pierde
Entre la grande, espera. Y la fingida,
Vaga frase amorosa, ya es creída.
Hay quien dice feliz:-La vida es bella.
Hay quien tiende su mano hacia una estrella
Y la espera con dulce arrobamiento.
Yo me vuelvo de espaldas. Desde un quiosco
Contemplo el mar lejano, negro y fosco.
Irónica la boca. Ruge el viento.
La niña pasaba delante de aquel libro todos los días. Era de su madre y estaba en la biblioteca de su casa como tantos otros. Un día, aburrida, esos días que la niñez se va alejando y las nuevas inquietudes son más exitantes, tomó Antología Poética de Alfonsina Storni. Se sentó en una silla al lado de la pecera donde había un poco de luz, era la hora de la siesta y las persianas estaban semibajas. La selección de poemas estaba ordenada cronológicamente y no le interesaba leerlos en orden. Hojeando de atrás para adelante y de adelante para atrás, descubrió Fiesta. Su nombre la remitía a un estado de alegría, de libertad. Esa palabra era como un espejismo de la felicidad. Asomarse a aquél texto fue como abrir la puerta de su alma.
Poco sabía ella sobre su autora, la había escuchado nombrar algunas veces y sabía que en Mar del Plata había un monumento en su memoria. Poco sabía ella que Alfonsina Storni fue una revolucionaria en las letras, fue una mujer audaz con ideas de vanguardia. Ella marcó un camino de liberación femenina que luego siguieron otras poetas latinoamericanas, como Alejandra Pizarnik, quien hizo un recorrido más veloz, y en los sesenta ya dejaba al poema culto por uno destrabado. Alfonsina hizo diferencia en la forma y en el contenido.
Fiesta es un ejemplo de la mutación de la poesía de Storni. El texto es un juego irónico respecto al ideal femenino de la época. Es un puente entre uno y otro, es un laberinto de desautorización al discurso hegemónico. Abandona los sueños, las flores, las mujeres de los tules para darle la espalda. Para mirar aquel modelo de mujer lánguida desde un mar negro, contra un viento que ruge y con una boca, que dispara ironías para construir sentido.
La niña contemplaba las palabras que resonaban en su mente y en su cuerpo. En ese instante el mundo entero para ella eran esas hojas amarillas y ásperas iluminadas por una pecera. Sintió nostalgia porque una parte de ella se estaba yendo pero a la vez la quería dejar ir para experimentar algo nuevo, una sensación que roza el dolor y el placer. Fiesta fue esa experiencia que la acercó a la adultez, fue esa palabra, que como dice la canción de Carlos Varela, no dice nada y al mismo tiempo, esconde todo.

