Cuando le conté que iba a empezar un taller de crónicas a mi compañera de trabajo, la misma que me recomendó «La biblioteca en llamas», me trajo al día siguiente un bodoque de 400 páginas. «¿Leíste a Juan Villoro alguna vez?». Sí, lo había leído cuando cursé periodismo en TEA, pero nunca había visto sus crónicas. Y en pocos días, devoré la edición de @mareaeditorial de «¿Hay vida en la tierra'».

El mexicano Villoro es maravilloso. Con su ingenio, se burla de escritores argentinos cuando sugiere que nuestra afición a la carne nos provoca sueños extravagantes que sirven de inspiración para escribir. Se ríe de los conciertos de toses y carraspeos que se escucha cuando alguien va a un espectáculo. Ironiza sobre el destino que marcan las galletas de la fortuna. Comenta también la curiosa afición de los mexicanos por robar paragüas o la costumbre de no retirarse de una fiesta hasta que el anfitrión se vaya a dormir.

Sí, Villoro es único. Aunque cuando lo leí, inmediatamente me hizo acordar a las «Aguafuertes porteñas» de Roberto Arlt. Hay algo de ese retrato de la cotidianeidad con mirada crítica también en «Teoría de la gravedad», de Leila Guerriero, que recopila sus columnas publicadas en El País de España. Es inevitable pensar también en quien es el primer maestro del oficio para la mayoría de las personas que nos dedicamos al periodismo: Roberto Walsh.

Esta tríada de #LibrosQueLlevanAOtrosLibros es un ABC para periodistas, de los universos que podemos descubrir de la mano de aquellos y aquellas grandes colegas que nos anteceden y nos inspiran.