Utilizar productos de higiene que no dañan el medio ambiente y amigarse con los ciclos femeninos son formas de transitar el período menstrual de manera sustentable
Por María Luján Torralba
Hace unos años, mientras esperaba que mi hija saliera de su clase de danza, escuchaba la conversación entre dos madres de unas compañeritas. Una de ellas comentaba que su hija le había preguntado cuándo iba a usar toallitas y ella le había respondido que más adelante. “Todavía no me siento preparada para hablar de estos temas, ya lo verá en la escuela”, sentenció la mujer.
Recuerdo este episodio porque me llamó poderosamente la atención que la madre de una niña de nueve años, de clase media, que residía en el barrio de Olivos – por estos motivos podría prejuiciosamente inferir que completó los estudios secundarios -, en el siglo XXI, considere que tiene que prepararse psicológicamente para hablar de la menstruación con su hija. No sólo eso, sino que deposite en la institución escolar la responsabilidad exclusiva de explicarle a las niñas y a los niños cómo es el desarrollo natural de las personas.
“La primera menstruación está cargada de sentidos, que (más de una vez) son distintos según las culturas y la historia. Joan Brumberg (1998) escribió en The body Project una ‘historia íntima de las muchachas americanas’, donde demuestra las profundas transformaciones que fueron vividas por las adolescentes, en el trato y en la producción de su cuerpo, en los últimos siglos. La primera menstruación pasó, en este período, de tema privado a público (volviéndose un interés del mercado)”, explica la socióloga brasileña Guacira Lopes Louro en Pedagogías de la sexualidad.
Aquí es donde me quiero detener, en el mercado. Desde hace años que en las escuelas primarias públicas de la Ciudad de Buenos Aires la educación sexual, que incluye información sobre la menstruación, fue depositada en las charlas dictadas por Johnson & Johnson, quienes al finalizar los talleres brindaban gentilmente a las niñas sus toallitas para que usaran cuando tuvieran sus períodos. Sí, antes y después de la sanción de Ley 26.150 de Educación Sexual Integral en Argentina sancionada en 2006 que establece el derecho de todos los y las estudiantes a recibir contenidos de educación sexual de manera integral en todas las escuelas del país desde el nivel inicial hasta la formación técnica no universitaria.
La menstruación ha sido tema tabú durante generaciones y, fundamentalmente, considerada como el pasaje de la infancia a la vida adulta, vinculada con la capacidad reproductiva de las mujeres. En décadas más cercanas, a partir de la industrialización de los productos relacionados con la menstruación (toallitas, tampones y analgésicos) tomaron relevancia los aspectos vinculados a la higiene y la apariencia. Por un lado, están los productos descartables, que tardan hasta 800 años en degradarse ya que están hechos a base de plástico, que utilizan toneladas de pasta fluff proveniente del desmonte de selva nativa y que, además, generan una gran emisión de dióxido de carbono en su producción. Por otro, se promocionan los medicamentos que neutralizan los dolores para que la mujer pueda seguir siendo productiva. “La reclusión y la inmovilidad de tiempos antiguos son sustituidas por el estímulo a las actividades de higiene de los tiempos actuales. La extensa enumeración de cólicos, dolores de cabeza y cuidados parece poco adecuada para el modelo de mujer dinámica vendido por la publicidad”, afirma Lopes Louro.
Es importante destacar el surgimiento en los últimos años de productos sustentables para la menstruación como las toallitelas, apósitos femeninos de tela reutilizables, y la creación de la copa menstrual, un recipiente de silicona médica que se introduce en el interior de la vagina durante la menstruación para recoger el flujo. Son una opción para que las mujeres puedan transitar sus períodos sin generar mayores gastos para el medio ambiente y para su economía. Además, son productos que permiten a las mujeres reconectar con su ciclo y su energía femenina. Tengamos presente que si un producto produce un costo ambiental, el problema no es solamente femenino, sino para todo el mundo.
Aquí surge otra cuestión importante en el tema menstruación. ¿Cuánto le cuesta a una mujer menstruar por año? Las mujeres deben destinar, por lo menos, entre $2.930 y $3.780 por año para cubrir el costo de insumos de gestión menstrual, lo que constituye un factor de desigualdad para este sector de la población, según estimaciones de la organización Economía Femini(s)ta .
«Acceder a estos productos tiene un costo, un costo que históricamente ha sido visto o designado como más del estilo cosmético, de índole de gastos personales, cuando en realidad son productos de primera necesidad», sostuvo la economista e integrante de Economía Femini(s)ta, Natsumi Shokida. «Sea cual sea la forma en que gestionemos la menstruación, no puede ser una forma, digamos casera o improvisada, porque eso puede llevar a serias infecciones, a infecciones graves, incluso a la pérdida de la capacidad reproductiva», agregó Shokida en diálogo con Télam.
La situación es simple. Cuando una mujer está menstruando y no tiene dinero para comprar insumos para su higiene, no puede ir a la escuela y no puede ir a trabajar. Por este motivo, desde Economía Femi(s) ta se promueve la campaña #Menstruacción, que propone que los productos de gestión menstrual deben ser considerados de primera necesidad y no estar afectados por el IVA que hoy representa un impuesto por menstruar. “Necesitamos que su distribución sea gratuita en escuelas, universidades, comedores, espacios comunitarios, cárceles y refugios para personas en situación de calle. Necesitamos además, generar datos e investigación sobre los efectos de su uso, desarrollo de productos que cuiden nuestra salud. En un contexto de desigualdad, garantizar estos productos contribuye a que las personas en situaciones de vulnerabilidad no vean aún más reducidas sus posibilidades de inserción social”.
Mientras que algunos países y ciudades como Escocia, Nueva York y la provincia de Santa Fe, en Argentina, llevan a adelante programas de provisión gratuita de productos de higiene menstrual, en otros aún se discute el suministro irrestricto a los mismos. En la actualidad, se ha presentado un proyecto de Ley para la creación un Plan Nacional de Gestión Menstrual Sustentable. Esta propuesta tiene el objetivo de promover el acceso a la información completa sobre todos los productos de gestión menstrual que existen y su impacto en la salud y en el ambiente además de la creación de políticas públicas de incentivo para la producción nacional de productos de gestión menstrual sustentable. Este proyecto ha sido muy discutido porque también propone la creación de un observatorio de gestión menstrual. Tal vez, con que se implemente la Ley ESI y con que se apliquen los programas de distribución gratuita de los productos de higiene a nivel nacional, sería un gran paso para la mujer, y para la humanidad.
+ Plus – Recomendaciones:
Period. End of sentence es un corto documental dirigido por Rayka Zehtabchi, ganador del Premio Oscar en 2019. Describe la historia de las mujeres en un pueblo rural en las afueras de Nueva Delhi, India, que luchan contra el estigma acerca de la menstruación cuando aprenden a fabricar toallas sanitarias. El film muestra el empoderamiento social y económico de este grupo de mujeres a través de un proyecto que continúa vigente. Se puede ver en Netflix y en Youtube
Luna roja, de Miranda Gray trae al presente la antigua sabiduría menstrual para la mujer moderna. El ciclo menstrual era para nuestras antepasadas una fuente de maravillosas energías creativas, espirituales, sexuales, emocionales, mentales y físicas. Se trataba de un don que impulsaba a la mujer a renovarse cada mes, a manifestar y crear el mundo que la rodeaba, a conectar profundamente con la tierra y su familia, así como a expresar su sabiduría e inspiración. Miranda Gray explica que cada mujer dispone de una naturaleza cíclica única, y nos guía para vivir de forma apasionada y creativa basándonos en nuestros ciclos personales, a la vez que explora la conciencia femenina encerrada en la sabiduría ancestral, la mitología y los cuentos tradicionales occidentales, sugiriendo ejercicios y métodos prácticos (incluido el Diagrama Lunar) que facilitan la exploración del profundo significado de ser una Mujer Cíclica.