En «Tengo miedo torero», el escritor chileno describe al Santiago denso y compungido de la resistencia y la historia de amor entre una travesti y un guerrillero que nunca florecerá. El libro probablemente sea uno de los más hermosos de la literatura latinoamericana contemporánea y ahora llega al cine.

Por Agustina Ordoqui

Chile, 1986. «Un año marcado a fuego de neumáticos humeando en las calles de Santiago comprimido por el patrullaje. Un Santiago que venía despertando al cacerolazo y los relámpagos del apagón; por la cadena suelta al aire, a los cables, al chispazo eléctrico. Entonces la oscuridad completa, las luces de un camión blindado, el parate ahí, mierda, los disparos y las carreras de terror, como castañuelas de metal que trizaban las noches de fieltro. Esas noches fúnebres, engalanadas de gritos, del incansable ‘Y va a caer’». 

Tengo miedo torero, del poeta y escritor Pedro Lemebel, transcurre en un Chile metido de lleno en la dictadura de Augusto Pinochet. Cuando la “Loca del Frente” conoce a Carlos ya pasó la parte más dura del terror que inició el 11 de septiembre de 1973, pero está lejos todavía de llegar a 1990 y el regreso a la democracia. Su protagonista es una travesti que se muda a un edificio abandonado de tres pisos y se enamora del militante del Frente Patriótico Manuel Rodríguez. 

Ella, vista como un “mariposón”, un hombre vestido de mujer a pesar de que ella se siente ella, en un contexto opresivo y con las limitaciones de recursos y los prejuicios homofóbicos y transfóbicos que suponen los años ochenta. Él que es el típico macho alfa, pero que parece fijarse en la “Loca”. Y un amor que crece durante la primavera chilena, pero que nunca florecerá. 

¡Tengo miedo torero,

tengo miedo que en la tarde

tu risa flote!

La “Loca” repite las estrofas de la canción de la española Sara Montiel que da el título al libro mientras duda de lo que pasa pero igual se entrega. La narración, además, sigue una segunda línea, la del dictador y su mujer, Lucía Hiriart. Las historias están destinadas a cruzarse.

«La primavera había llegado a Santiago como todos los años, pero esta se venía con vibrantes colores chorreando los muros de grafitis violentos, consignas libertarias, movilizaciones sindicales y marchas estudiantiles dispersas a puro guanaco. A todo peñascazo los cabros de la universidad resistían el chorro mugriento de los pacos. Y una y otra vez volvían a la carga tomándose la calle con su ternura molotov inflamada de rabia. A bombazo limpio cortaban la luz y todo el mundo comprando velas, acaparando velas y más velas para encender las calles y cunetas, para regar de brasas la memoria, para trizar de chispas el olvido. Como si bajaran la cola de un cometa rozando la tierra en homenaje a tanto desaparecido».

Lemebel describe al Santiago denso y compungido de la resistencia que tomará las armas, que hará lo que sea necesario para darle fin a la dictadura militar que desapareció y asesinó a más de tres mil personas; al Santiago de la opresión, tanto política como de género. Pero también al Santiago de fantasía que vive la familia de Pinochet, el odio y las aspiraciones de clase de su esposa, que desea ser parte de una élite a la que nunca va a pertenecer.

En la que fue su primera -y única- novela, Lemebel escribe poesía en forma de prosa. Cada oración supone una descripción repleta de detalles, de adjetivos que colorean las escenas y que transmiten belleza por momentos, y asco y desolación en otros. La carga visual es tan fuerte que cuando lo publicó en 2001, Lemebel ya decía que el libro había sido escrito para el cine. 

Después de idas y vueltas, reparos del mismo escritor sobre quién llevaría su novela al cine y el fallecimiento de él mismo en 2015, Tengo miedo torero llegó a la pantalla grande de la mano de Rodrigo Sepúlveda y con Alfredo Castro (elegido por Lemebel) como la “Loca”, el mexicano Leonardo Ortizgris como Carlos y la argentina Julieta Zylberberg como la tercera en discordia. En Chile, ya se estrenó en agosto y alcanzó más de 200 mil visualizaciones en una semana, además de participar del Festival Internacional de Cine de Venecia en septiembre. 

También ganó defensores y detractores. Defensores porque Tengo miedo torero es uno de los libros más hermosos de la literatura latinoamericana contemporánea y es poco probable que un film cause tantos estragos como para tapar esa belleza. Detractores porque la película mutila una de las partes del texto, la línea narrativa sobre Pinochet, para concentrarse en la historia de amor, que -sin embargo- roza unos clichés que exceden la visión de la época para ser una mera reproducción de estereotipos.

Así y todo, Tengo miedo torero es una de las películas más esperadas de este año y sus críticas han sido muy buenas. Se la podrá ver gratis en la plataforma Cine.ar del jueves 15 al miércoles 21 de octubre. Y el libro fue reeditado el año pasado -gracias al anuncio de la producción cinematográfica- por la editorial Planeta. Aunque como consejo, conviene primero el libro y después la película.