Agustín Aguirre comenzó sus carrera de escritor con el mítico blog El Bobero para luego crecer como guionista de televisión y teatro, además es el autor de dos libros.

Por María Luján Torralba
@lujitorralba

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En la era de oro de los blogs (hace unos años atrás) surgieron personajes, blogueros, figuras emergentes del 2.0, que alcanzaron un auge de popularidad impensado por los reticentes de los medios de comunicación alternativos. Uno de ellos fue Agustín Aguirre, escritor y guionista, quien cerró su espacio El Bobero con 4 millones de visitas y por el cual fue premiado por el Museo de las Ciencias de la Comunicación de Berlín, Alemania, como mejor escritor de habla hispana.

“Ahijado” del periodista Hernán Casciari y hermano de su colega Carolina Aguirre, Agustín no se durmió en los laureles de aquella época. Escribió para distintas series de TV en Argentina y el exterior, publicó artículos para importantes medios gráficos, es el autor de dos libros y es guionista y director de obras de teatro.

Agustín Aguirre, quien nació en Buenos Aires hace 31 años, es hincha de Tigre y está actualmente presentando su obra Cuestión de sexos en el Chacareran Teatre. Además, está a punto de publicar su segundo libro De Alta. En conversación con Revista Dínamo, habló de sus proyectos y de qué manera trata de hacer pensar con todas sus obras.

Revista Dínamo: Cuestión de sexos pone en foco las relaciones humanas entre hombre y mujeres, ¿cuáles son las cuestiones que se discuten en la actualidad?
Agustín Aguirre: Yo creo que la convivencia hoy en día es un gran tema. Se está gestando una moda de vivir separados que mucho no comparto. Tal como dice la obra de teatro, sospecho que la gente se compromete muy joven. Antes el matrimonio tenía resultado porque la expectativa de vida era de 30 años. ¿Para qué te ibas a separar si te morías de un dolor de muelas a los 26? Creo que hay que aggiornarse, dejar de pensar como en esa época.

RD: El debate de las diferencias de miradas entre hombres y mujeres es un tema un poco trillado en obras, especialmente de stand up, ¿cómo hiciste para tratar esta cuestión sin caer en lugares comunes?
AA: Basándome en la realidad. No me gusta la comedia que necesita exagerar para hacer reír. No creo en el humor obligado. Es como conjugar al humor en verbo imperativo. En el caso de la obra decimos cosas fuertes, que a muchas personas no le gustan porque se sienten identificadas. Pero si lo encaras desde la empatía logras que esas personas se abran a la reflexión. Reírse de uno mismo es un gran paso. El día que tenga que hacer chistes sobre suegras dejo de escribir.

RD: ¿En qué te inspiraste para escribir la obra?
AA: Fueron muchas cuestiones personales y otras que viví a través de gente amiga. La obra me agarró en un momento especial de mi vida en el que pude plasmar mi visión personal del amor. Yo nunca opté por dar un mensaje positivo. Eso se lo dejo a los curas. Sin embargo, sí mostramos que todo es posible. Pero que hay sacrificios. La felicidad no te viene a tocar la puerta.

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RD: Tus comienzos como escritor se dieron a partir del mítico personaje llamado El Bobero, del blog homónimo, ¿cómo surgió?
AA: La verdad es que empezó como un chiste. Luego de un extenso intercambio de mails con Hernán Casciari, me dijo que debía tomarme enserio esto de escribir. Así que abrí un blog como muchas personas en ese momento. Los resultados fueron muy locos, nunca pensé que mi punto de vista podía ser tan tenido en cuenta. Cuando me premiaron desde Alemania pensé que era un chiste. Internet es un medio de comunicación muy raro. En ese momento pensé que servía para acercar a las personas. Hoy creo que las aleja.

RD: ¿Cómo describirías tu experiencia como uno de los blogueros que fue referente en la web?
AA: Nunca pensé de ese modo. Sin embargo, muchas veces me lo dijeron. No me voy a hacer el humilde. El Bobero cerró con más de cuatro millones de visitas. Durante todo ese periodo la pasé muy bien. La gente te escribe cosas muy lindas. Valora mucho el trabajo del escritor. Lo que más me llamó la atención de todo fue la necesidad de las personas de sentirse comprendidas. Un blog al que recurrir desde el anonimato les brinda eso. Poder entrar, comentar y no ser juzgados.

RD: ¿Los blogs ya pasaron de moda? ¿Qué nos dejó aquella época de apogeo?
AA: Muy poco. Recuerdo que cuando me premiaron en Estados Unidos por ESCRIBIR, la tapa de un diario anunciaba que Cumbio había llegado al New York Times. De todas esas personas que aprovecharon esas plataformas quedaron escritores geniales. Es el caso de mi hermana Carolina, de Hernán Casciari o de José Playo. Lamentablemente, como dije al principio de la respuesta fue más lo que se usó que lo que se aprendió. Se usó a Cumbio y a miles de tribus urbanas decadentes en vez de darle lugar a esas personas tan capaces que exponían sus letras, música, cortos, etcétera.

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RD: ¿De qué trata tu nuevo libro próximo a publicar De alta?
AA: Es un proyecto en el que me involucré demasiado. Una investigación en un neuropsiquiátrico. Lo que intento contar es la historia de las personas que terminan en esos lugares. Dejar de pensar que son locos, a cualquiera le puede tocar. Nadie se despierta una mañana pensando en enloquecer. La vida te lleva a muchas cosas que uno no quiere. Sin embargo, incluso dentro de la mejor clínica existen situaciones de corrupción, de abuso de violencia. Pero lo que más me interesa es mostrar de qué lado de las rejas están los locos.

RD: ¿De qué manera crees que fuiste progresando como escritor desde que escribías El Bobero hasta hoy?
AA: El Bobero me abrió mil puertas, pero con el tiempo me di cuenta que me estaba copiando de mi mismo. Es decir, escribía sabiendo lo que gustaba. Así que fatalista como soy lo cerré sin avisarle a nadie. Cuando lo cerré se cerraron las mil puertas, ya que si quería seguir publicando libros como El Bobero podía, pero nadie quería leer una novela mía. El arte no deja de ser un negocio. Creo que eso me hizo crecer mucho, sumado a mi madurez mental, que se te complique todo te hace aprender a surfear nuevas olas. Y en ese camino aprendí a la fuerza a hacer tv o teatro. La verdad es que creo que era más original antes, más desfachatado. Si bien hoy no escribo a pedido, haría muchas cosas que antes me generaban prejuicios.

RD: Además de los libros, escribiste para series de televisión y ahora te estás inclinando hacia el teatro, ¿a qué se debe este cambio? ¿En qué se diferencian estos géneros a la hora de escribir?
AA: Las ideas son siempre ideas. Lo único que cambia es el formato. De todos estos géneros el que más placer me da es el teatro. Porque uno tiene una respuesta inmediata. El teatro es libre. Un libro depende de muchas cosas, una serie de televisión también. Uno nunca sabe qué es lo que piensan los consumidores. En el teatro uno los recibe a la salida, los ve reír, putear, llorar. Es muy loco que lo que uno pensó que estaba bien esté bien. Es un placer enorme. Sin embargo de mi amor por escribir siempre queda lo mismo: Hacer pensar. No me gusta el arte como escapismo. Jamás pensaría en ir a distraerme a ningún lugar. Y eso se ve reflejado en todo lo que hago.

RD: ¿Cómo definirías tu relación con Hernan Casciari?
AA: Un eterno agradecimiento. Si bien no somos amigos él me apoyó en todo lo que necesite; me escribió el prólogo de mi primer libro, me alentó a escribir y me sirvió para aprender. Creo que su realidad es el futuro que sueñan muchos.

RD: ¿Qué proyectos tenés en mente?
AA: Estoy encarando algunos proyectos televisivos. Pero mi idea es seguir con Cuestión de sexos y poner en escena una obra más que ya estoy escribiendo. Escribir por placer tiene eso, que uno a veces se toma dos años para escribir algo. Pero nunca freno y eso es lo que me hace feliz.

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Cuestión de sexos
Todos los Domingos a las 20.00 hs

Chacarerean Teatre
Nicaragua 5565 C.A.B.A.
Informes y reservas: 4775.9010 / 4774.3712