A 37 años del último golpe de Estado, se estrenan tres obras del director que debió exiliarse en Ecuador y cuyo arte atraviesa el dolor, la tragedia y el trauma del destierro

Por Tamara Montenegro

A fines 1975, con tan sólo 20 años, Arístides Vargas debe exiliarse en Ecuador debido a las persecuciones de la Triple A. En 1976, estallaría en Argentina la dictadura militar, la última y también la más sangrienta y atroz de nuestra historia reciente.

Este período ha marcado la vida del actor, dramaturgo y director de teatro, quien movilizado por el trauma de afrontar el exilio logró crear piezas –conmovedoras, poéticas- que giran en torno a la memoria, el desarraigo y la pérdida de la identidad.

Vivir afuera

Vargas llegó a Ecuador en una época en la que, en los países latinoamericanos, abundaban emigrantes de distintas naciones del continente que atravesaban dictaduras militares. Allí conoció a la actriz Charo Francés, quien se convirtió en su esposa y compañera de oficio, y a otros artistas con quienes entre 1979 y 1980 formaron el grupo de teatro Malayerba.

Según expresó Vargas en una entrevista años atrás, el grupo ha sido conformado por la necesidad de tener un espacio afectivo, una familia, más que por el deseo de hacer teatro. “Estábamos creando lazos de exilio que pasan fundamentalmente por lo afectivo. Afectuosamente nos sentíamos bien, y para nosotros eso era suficiente. Sólo nos convocaba la idea de estar juntos”.

A lo largo de todos estos años el grupo ha realizado más de 20 obras tales como Jardín de Pulpos, Pluma, La edad de la ciruela y Donde el viento hace buñuelos, entre otras, que se han representado en distintos países de América y Europa. Malayerba es considerado como uno de los referentes internacionales más significativos del teatro latinoamericano.

Teatro, memoria y exilio

“Soy un dramaturgo que escribe sobre los traumas”, confiesa Vargas. En sus obras, plasma todo el dolor y el trauma que emerge de su exilio. Crea, a partir de su experiencia personal, nuevos mundos y espacios no realistas en donde los personajes transitan un tiempo fuera del tiempo y del espacio objetivo.

A través del juego, el olvido, el sueño y el sonambulismo, Vargas expresa el dolor que causa la violencia, la pérdida de la identidad y el desarraigo. El autor imprime en sus piezas una lírica nostálgica pero que no carece de humor. La celebración –que remite a los orígenes del teatro-, la música y el humor están presentes como una forma de reivindicar la risa como efecto sanador de tanto dolor.

Resignificar el pasado: Arístides Vargas en tres obras

Tres directores de teatro con estilos muy diferentes eligieron estrenar este año obras de Arístides Vargas: Danzón Park, o la maravillosa historia del héroe; Nuestra Señora de las nubes; y La razón blindada. Éstas comparten el tema del exilio, de esa realidad padecida y sufrida por el autor que parece no agotarse. “Hablo de una realidad que no pasó, sino que está pasando. Por eso la disyuntiva no es hablar de otros temas, sino agotar éste. Pero no sólo en el arte, también en la sociedad, en la constitución de un país”.

Griselda Galarza y Eduardo Grahan dirigen Nuestra Señora de las nubes. Para Galarza el gran aporte y acierto de las obras de Vargas es que “permiten hablar de nuestra historia reciente sin caer en la solemnidad o en el panfleto”. “Transformar una experiencia y padecimiento personal como el destierro en una interpelación social y colectiva es invitarnos a pensar un nosotros, como individuos y como sociedad, sin tantas fronteras y cicatrices”, explica. Y agrega: “El texto desplaza, con fuertes dosis de poesía, humor y melancolía, la temática del destierro, del lugar de la solemnidad y la tragedia, y propone una perspectiva universal pero simultáneamente encierra sugerencias de lo que ocurrió en nuestro país”.

La joven directora y actriz Florencia Suárez Bignoli eligió montar La Razón Blindada motivada por el deseo de “dar a conocer la obra artística del autor y, a través de ella, su historia personal, ya que es una forma de revivir la memoria de todos”. La obra está basada en El Quijote, en La Verdadera Historia de Sancho Panza de Kafka, en los testimonios de su hermano Chicho Vargas y de los presos políticos del penal de Rawson. “En lo concreto, esta fusión nos expone el deseo de libertad, una libertad profunda en la cada uno puede decidir de qué manera vivir y de qué manera salvarse. Creo que ese es el mayor aporte de la obra”, afirma Bignoli.

El Baldío Teatro, la agrupación de Palomar que dirige Antonio Célico, se atrevió a trabajar con Vargas – en general el grupo elabora sus propios textos- debido a que encontraron en Danzon Park una poética muy parecida a la que ellos suelen trabajar. “¿Por qué pensás que se estrenaron tres obras de Vargas casi al mismo tiempo?”, le preguntó ésta cronista a Antonio Célico Y su respuesta fue: “Porque en Buenos Aires tenemos un público que está ávido de escuchar lo que nos pasó no sólo a los argentinos si no a todos los latinoamericanos. Y qué mejor que las palabras de Arístides Vargas para acercarnos al dolor y a la traición que sufrieron nuestros pueblos”.

Funciones

Danzon Park
Dirección: Antonio Célico
Viernes 21 hs Espacio Urbano – Acevedo 460

Nuestra Señora de las nubes
Dirección: Griselda Galarza y Eduardo Grahan
Domingo 18 hs. La tertulia – Gallo 860

La Razón Blindada
Dirección: Florencia Suárez Bignoli
Sábados 22.30 hs Andamio ’90 – Paraná 660

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Fotos: Simkin y Franco
Foto de Arístides Vargas: Punto Cadeneta Punto