Ediciones raras, juguetes cargados de amor y textos de calidad intelectual hacen que El Globo Rojo sea una nave que viaja a través del tiempo y el espacio.

Por María Luján Torralba
@lujitorralba
lujan@revistadinamo.com

Así como cuando se percibe un aroma, inmediatamente la fragancia llega al hipotálamo para conectarnos con los recuerdos asociados a aquel olor, entrar a El globo rojo es un viaje fugaz a la biblioteca de la casa de los abuelos, a la mesita de luz de la adolescencia, y a aquellos momentos de la infancia que quedaron perdidos en el tiempo. Entrar y ver Abrázame de Kathleen Keating, es sentirse envuelto por la melancolía y la calidez del lugar. Desde la vidriera los juguetes hechos en madera y con materiales reutilizados invitan a niños, jóvenes y adultos a conocer un espacio movilizador.

La librería es un oasis en la ciudad. Las ediciones raras y primeras son joyitas que brotan de los estantes entremezcladas con los pequeños personajes artesanales. La mística del lugar es especial. “La librería surgió así, yo soy Ingeniera en sistemas, estudié en la UTN, a metros de acá, lo menciono porque todo tiene que ver con todo. Trabajé diez años en ese rubro, hasta que perdí a mi hermano y eso para mi fue como un despertar, un despertar en función de que a mi no me gustaba lo que hacía, ni los sistemas ni estar encerrada en una oficina. Yo en paralelo iba a estudiar fotografía y teatro, y ese suceso me llevó decir: es ahora. Entonces renuncié y me puse a estudiar cine y me recibí de la carrera de dirección. En esa etapa de mi vida me surgió hacer los personajes, de hecho en la tesis para recibirme están ellos. Al mismo tiempo aparece la posibilidad de trabajar en lo que era antes esta librería que tenía otra estética y otro estilo. Tenia muy buen material pero ambientada según su dueño. Empecé laburando acá y como él abrió otra en el centro me la transfirió y ahí nació El Globo Rojo hace cuatro años. Casualmente es la misma cuadra de la facultad y pienso en la cantidad de veces que pasé por acá y nunca le presté atención, y hoy es el espacio que siempre soñé”, cuenta Andrea Del Gizzo, creadora de El Globo Rojo.

Los años pasan y nos vamos poniendo tecno, decía Luca Prodan, sin embargo el hombre es siempre el mismo. Por eso el hombre y la mujer, aún hoy con los avances de la tecnología, necesitan conectarse con esos textos perdidos y esas ediciones especiales que la historia y las circunstancias hicieron que ya no se consigan. “Nosotros queremos que se realice el encuentro entre la persona y el libro, y hacemos todo lo posible para que así sea. Yo en un momento trabajaba en un librería de las grandes cadenas y sentía que era como estar vendiendo hamburguesas, y lo q veo acá es que las personas vienen, se toman su tiempo para buscar, es como una ceremonia. Yo vendo libros, que son objetos diferentes a otros elementos de la vida cotidiana, desde el tacto, el aroma, es otra sensación”, dice Andrea, mientras explica que no es imposible encontrar libros perdidos, por eso ella y su compañero los rastrean hasta conseguirlo.

Otra característica que hace de El Globo Rojo una librería fetiche son los juguetes. Estos hombrecitos imaginarios que pueblan entre las historias de literatura rusa, arquitectura, política o historia argentina le dan un toque encantador. “Cada personaje tiene su propia historia. El Doctor de Corazones fue el primero, surgió porque tenía una esponja, una bocina de bici y otras cosas a mano, le di forma, después adentro le puse un ojo de gato como si fuera el corazón y una bolsita con la que anda socorriendo a los necesitados. A mi me gusta ponerle poesía a los personajes porque están nacidos en un momento especial, yo los hago cuando siento ganas. Los que están a la venta son los de madera, que los hacemos con mi papá, aunque cada uno con su técnica. Los otros son seres de la librería. Nunca antes habíamos hecho esto, empezamos hace dos años.”

Mientras Andrea hace funcionar un carrousell mecánico hecho con la estructura de un paraguas bajo la mirada de una nena, entra un señor a buscar rarezas en la sección de Literatura Latinoamericana. Es que es así, El Globo Rojo atrapa por distintos lados. Las ediciones viejas son perlitas entre las que se destacan un libro de Rubén Darío de 1914 con un papel muy raro como grueso y sedoso, Los cuentos de Hoffman de 1909, una edición de un libro de Leónidas Barletta de 1947, y otro interesante es La verdadera historia de Lidia Cadaqués de Eugenio D’ors de la colección La botella errante con ilustraciones de Salvador Dalí del año 1954. También tienen la primera edición de Alrededor de la jaula de Haroldo Conti y la primera edición de La razón de mi vida, autobiografía de Eva Perón. Entre muchas otras de Cortázar, Borges y David Viñas, por ejemplo. “De estos libros particulares siempre tenemos uno solo, de hecho estos los estuve rastreando y están sólo en alguna que otra librería del mundo. También tenemos de editoriales independientes nuevas. Tratamos de abarcar muchos géneros pero que todo sea buen material.”

El encuentro entre la persona y el libro no se el único encuentro que genera la librería. Andrea y su compañero también organizan Encuentros de dibujos que son para toda la familia. Ellos proponen un tema, les llegan los dibujos o dibujan ahí mismo, y los exponen. Al cierre del ciclo se sortean libros y juguetes. “Tratamos de integrar a la familia porque a veces los adultos dejamos de dibujar y no se generan esos cruces, entonces logramos que, por ejemplo, los abuelos dibujen con los nietos y compartan eso”, dice Andrea.

El Globo Rojo es un refugio muy mimado por los vecinos, y eso hace que sea un lugar de amigos. Por ejemplo, un vecino que tiene un proyector de Super-8 organiza funciones, entre ellas, la favorita, el mediometraje El Globo Rojo. La película cautivó a Andrea desde chica y fue por eso que le dio nombre a la librería, además de relacionarlo con su hermano. La rayuela dibujada en el piso, las narradoras de cuentos y los ciclos de lecturas fusionan la literatura con su perfil más lúdico. “Una señora una vez me dijo que este es el lugar que los chicos recordarán toda su vida, porque los chicos pasan y se quedan hipnotizados con los juguetes, a veces pasan por la vereda con los padres que van apurados y ellos se meten acá y los padres los tienen que sacar llorando. Mucha gente entra y ve un libro que lo remonta a algún recuerdo de su vida. La idea es que sea un lugar cálido. En el primer encuentro de dibujo vino un nene autista acompañado por una señora. Después de dibujar, vino corriendo hacia mí, corrimos juntos, después me abrazó y me llenó de amor. Por ahí en otro espacio eso nunca me hubiera pasado. “

Recomendados El Globo Rojo:
• Las obras de Haroldo Conti
• Las obras de Felisberto Hernández
• La poesía de Alejandra Pizarnik
• Los poemas de Clarice Lispector

* Para conocer Los juguetes imaginarios de Mario del Gizzo, quien descubrió a los 74 años que no hay nada más lindo que crear
www.mariodelgizzo.blogspot.com.ar
* El Globo Rojo queda en Medrano 709 esq. Humahuaca, Almagro, C.A.B.A., Argentina. Abre de lunes a viernes de 9 a 22 hs., los sábados de 10 a 22 hs. y los domingos de 17 a 21 hs.
Para pedir el catálogo de libros y hacer reservas enviar mail a elgloborojolibreria@gmail.com

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