Encabezado por Germán Campos, pero creado de forma colaborativa, el proyecto explora el sentido social del aprendizaje y sus carencias. Ya tuvo más de tres millones de visualizaciones en Youtube y es de libre distribución

Por Agustina Ordoqui
agustina[@]revistadinamo.com
@agusinha

Podría hablarse de La educación prohibida como un verdadero fenómeno que creció al calor de Internet y de las redes sociales. Habría que resaltar su valor y significado simbólico por el hecho de que su distribución sea libre y que esté colgado en Youtube para que todo aquel que lo quiera, lo vea. Debería destacarse el hecho de que decenas de personas colaboraron para tejer un documental que desnuda la problemática del aprendizaje.

Revista Dínamo entrevistó a Germán Campos, director de este ambicioso proyecto que rindió sus frutos y superó sus propias expectativas. Según cuenta, La educación prohibida comenzó a tomar forma en agosto de 2009. Se estrenó tres años más tarde, después de un arduo trabajo de producción, investigación, rodaje y posproducción.

“Luego de ver el documental, más allá de coincidir o no, somos conscientes de que hay elementos que no podemos dar por sentados, ideas que necesariamente hay que discutir y sobre las cuales reflexionar”, asegura Campos.

Revista Dínamo: ¿Cuál es el objetivo social del documental?

Germán Campos: Abrir las puertas al debate. Desde el comienzo nos propusimos tocar un tema que generalmente no se discute, el aprendizaje, y preguntarnos qué es una educación de calidad. Normalmente se habla de calidad eductaiva, pero no se visibilizan las decisiones políticas que hay detrás de cada propuesta y práctica pedagógica. La película busca visibilizar ese debate, y abrirlo a la comunidad.

RD: ¿Cómo y cuándo surgió el proyecto?

GC: Surgió en agosto de 2009, cuando comencé a realizar entrevistas filmadas a educadores al frente de experiencias no convencionales. En principio, nació de una curiosidad personal: yo veía prácticas educativas que no eran coherentes con los discursos educativos. Por un lado, se hablaba de que «la educación que nos hace libres» y, por el otro, toda la estructura desconocía las decisiones y voluntades personales.



RD: ¿Cómo fue la realización del proyecto a partir de la modalidad de trabajo colectivo?

GC: Los realizadores o el núcleo de realizadores es muy pequeño, no superamos las cinco personas. Fuera de ese grupo hay decenas de personas que colaboraron eventualmente en las animaciones, música y realización. Luego hay un grupo de amigos que siempre han colaborado y aportado que suman más de 150 personas. Finalmente están los 704 coproductores que financiaron colectivamente la película. Los lineamientos del guión fueron decididos en el primer grupo, y los aportes artísticos provienen de los otros grupos.

RD: ¿La decisión de organizarlo de esta forma está relacionada con el mensaje que quiere dar el documental?

GC: En gran parte, sí. Nosotros creemos en la construcción colectiva. Por esa razón realizamos la película con esta lógica. Además de los diferentes modelos educativos, nos interesan más aquellas experiencias que surgen y se construyen día a día desde colectivos, desde la gestión social y cooperativa. Estas son las más valiosas porque en su misma estructura se aprende democracia y cooperación.

RD: ¿Por eso mismo se decidió que sea de licencia libre?

GC: Desde el comienzo del proyecto tenía la convicción de que la licencia sea libre. Esta película es una herramienta para generar debate, y como tal solo cumple su objetivo si puede ser vista libremente. Creemos en reflexionar sobre las lógicas de la cultura libre, y eso implica pensar que la obra cultural y educativa cumple su rol solo si su acceso es libre, gratuito y abierto.

RD: ¿En qué consisten, a su criterio, los principales desafíos de la educación en América Latina?

GC: Si bien la película tiene un recorte a América Latina, los temas e ideas que se discuten son comunes a todo Occidente. La película hablada en inglés hubiera causado el mismo impacto creo yo. Personalmente creo que el problema radica en que la escuela se centra en resultados, en respuestas. Cuando en las ciencias sociales los resultados «observables» pueden aparecer décadas después, la estructura escolar insiste en la inmediatez, los exámenes internacionales miden resultados que dependen de infinidad de variables, y no necesariamente se reflejan con un aprendizaje significativo. El principal desafía consiste en concentrar nuestra atención en los procesos de aprendizaje y en las personas que hay detrás.

RD: ¿En qué términos es posible repensar el rol de la educación?, ¿puede ser todavía una herramienta de movilización y de integración social?

GC: Claro que puede ser y es una herramienta de movilización e integración social, pero para eso deben ser legítimas las prácticas educativas. Debemos considerar las condiciones, necesidades e intereses de cada niño, docente y comunidad. La educación es una herramienta que se construye colectivamente, no es una herramienta que alguien utiliza. Concentrarnos en los procesos es pensar la educación como espacios para que la integración social se dé, no forzar la integración social, porque sino es una farsa. Si realmente nos interesan sociedades justas, democráticas y cooperativas, necesitamos una estructura educativa coherente. Hoy la estructura de la escuela tiene poco de democrático, y esa es una deuda importante que todavía tenemos.

RD: De lado el ideal, ¿cuál es el verdadero rol que cumple hoy en día la escuela?

GC: Todavía hay restos de la escuela que forma trabajadores, tal vez no forme trabajadores para fábricas. Tal vez estamos más cerca de una escuela que forma consumidores, es decir, la escuela reproduce un sistema y modelo social que solo deriva en estudiar para sobrevivir, entendiendo sobrevivir como tener los recursos para consumir. El principal objetivo hoy es el título para poder estudiar y trabajar, pero son pocos los que tienen un interés real de cambio social, de devolver a la sociedad. Además, no podemos dejar de lado que gran parte de las escuelas públicas se han convertido en espacios de nutrición y contención de los niños. En esos espacios la escuela del conocimiento desapareció, y en los mejores casos los chicos reciben algo que les va a durar para toda la vida: el reconocimiento y afecto de otros.

Más información y crédito fotos: Página Oficial de La Educación Prohibida

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