Con el triunfo del No a la ruta del TIPNIS, Evo Morales suma dos derrotas políticas en lo que va del año. Sus enemigos, sus iniciativas y perspectivas.

Por Bruno Sgarzini
@brunosgarzini

Evo Morales fue preso de las balas que lo hicieron bailar, como en el viejo oeste donde se bebía de más y se tiraba un par de tiros en el piso para que danzara el borracho de turno al ritmo de un piano. Pero él no fue víctima de las balas de otros, sino de las propias. Primero fue la suba del combustible que provocó una suba desmedida de precios antes de que los bolivianos festejaran el fin de año. Después, fue la ruta que traspasaba el Tipnis, un parque amazónico que alberga importantes recursos naturales y tres etnias (64 comunidades).

En ambas avanzó, retrocedió tres casilleros y bajó el castillo de naipes de un soplido al ver que el ejército de manos de la sociedad no le era favorables. Sin embargo, con el TIPNIS la oposición se fue en contra de los pilotes que sostienen su discurso, lo hicieron quedar con un pie en el aire y otro en el hilo de equilibrista. Sin mallas blancas ni negras, ni pies estilizados, Morales tuvo que afrontar las críticas que iban desde el lado ecológico, indígena y anti-represivo.

Ecológico.

Cambio climático y contaminación son dos palabras que los ecologistas meten en un balde con agua para arrojárselo a quién intente desarrollar cualquier proyecto que dañe un poco el medio ambiente.

Así, una ruta que atraviesa el Amazonas para conectar a 64 comunidades con centros sanitarios y darles viabilidad económica a lo que producen con el fin de mejorar su calidad de vida, se vuelve una herejía de esas que el Papa condena a mano alzada y puño apretado. Más si se toma en cuenta que comunicaría a un departamento con otros.

Además, Evo, quiera o no quiera, está metido en una jaula de palabras circulares que lo persiguen por donde vaya, como moscas, pero sin que se las pueda espantar de un manotazo. “Pachamama” y “Buen Vivir” son dos de los términos que deambulan por su órbita. Aunque, a veces, los utiliza como un término generalista que genera confusiones, él habla de un desarrollo sustentable en el que se use los recursos naturales para mejorar el nivel de la población y generar una producción propia que no haga depender a Bolivia de la exportación de materias primas.

Entender el discurso de estar en contra, es saber que , como dice Osvaldo Girardin, representante argentino en el Panel Intergubernamental de Cambio Climático de la ONU, la mejor manera de afrontar este nuevo fenómeno es tener una economía que no dependa de los factores meteorológicos. Más aún, si se toma en cuenta que uno de los pedidos de los indígenas fue el cese de la explotación de petróleo en el TIPNIS. Eso sería, como dijo Evo Morales, pararse encima de la manguera que financia a la industrialización del litio, por ejemplo. Así cómo poner un freno a la otra condición que nombra Girardín como necesaria para enfrentarse al cambio climático, el índice de vida de las personas.

Acá hay algo que Morales tendrá que poner en discusión en el futuro para distinguir una cosa de la otra, sino correrá el riesgo de quedar metido en el fango cada vez que se proponga tocar una porción de aire y medio ambiente.

Los indígenas.

Bolivia es un Estado Plurinacional con un número de cosmovisiones o visiones del mundo que se meten en la cabeza para deambular unos giros y volver a salir del entendimiento de un occidental.

El presidente aymara cometió el error de no aplicar lo que les hace entender en el papel escrito de los hombres trajeados: La consulta a los pueblos originarios antes de realizar un emprendimiento que los afecte de una u otra forma (establecida por la nueva constitución y la ONU, a pesar de no ser vinculante).

Esto del vamos fue tropezarse con una piedra y quedar con el cuerpo a punto de caer. Se dijo una cosa y se hizo otra, se imitó a los políticos que lo antecedieron y los medios metieron el dedo en esa lastimadura para abrirla lo más posible.

Y ahí, un poco aparecen los indígenas, otro poco el de barba y sombrero en punta que rememora a los payasos de zancos. La USAID (Programa Estadounidense de Cooperación) respalda a algunos de estos muñecos, los infla de aire y hasta veces los hace caminar. Según los cables desclasificados por Wikileaks, en 2009 la estrategia era apoyar a pueblos originarios opositores a Evo Morales, el presidente denunció que tenía evidencias de que con el TIPNIS había pasado lo mismo.

Estados Unidos no juega más con ráfagas de fuego pero tira su ficha a la ruleta en donde más le conviene, los medios hacen lo mismo. Darles margen para profundizar las contradicciones internas de los que apoyan a Morales es darle un arma al vaquero de espuelas y sombrero y ponerse a bailar sin que nadie invente una conspiración.

Anti Represión.

Lo que terminó por mojar del todo la mesa que sostiene al vaso fue cuando la policía reprimió la marcha que se dirigía hacia la Paz para exigir que no se haga la ruta del TIPNIS. Morales se desligó del tema con mucha cintura, afirmó que esa orden no fue enviada por él.

Además, su dedo índice fue el encargado de señalarle la salida al funcionario a cargo del operativo. Avisó que dentro de la policía existen oficiales que aprovecharon la oportunidad para moverle el hilo de equilibrista. Exhibió sus credenciales de manifestante reprimido en las protestas en contra de la privatización del gas y agua, al igual que en tantas otras.

Los medios, superhéroes de capas foráneas e idioma universal, también sacudieron uno de los extremos al informar que entre las víctimas mortales había un niño. Como en toda América Latina no ocultan sus intereses a la hora de fabricar conejos. A pesar de eso, la galera no pudo pasar semejante mamífero, nunca se obtuvo una evidencia de ese hecho, ni cuerpo, ni nada, solo un espacio vacío.

Lo que sí sucedió fue que se legitimó a la marcha aún más y se produjeron movilizaciones para apoyarla. La presión llegó hasta tal punto que el aymara tuvo que ceder y mandar al proyecto a vagar por el depósito de cajas para que el olvido se lo comiese desde abajo hacia arriba.

Proyección.

Este conflicto provocó un desgaste innecesario y quitó energías para que el evismo se dedique a sumar otra viga a la ratificación de la nueva constitución: La elección de jueces (el Congreso eligió a 300 postulantes para que luego el voto popular optase por los mejores, antes solo decidían los legisladores) no obtuvo los resultados que Morales hubiese deseado.

La oposición jugó fuerte para boicotear los comicios. Se unieron en una barrera futbolística para saltar la ola y ahora cada uno sigue por su lado, a pesar de que los medios les pidan una mayor unión. En esta hace la misma de sus pares venezolanos, quienes tardaron un tiempo en reconocer al nuevo texto magno.

Morales bailó al son de los tiros, volvió a juntar a los contras en un mismo lado sin haberlo querido. Pero aún lo apoya un 40% frente a unos muchachos expertos en pelearse por la chica más linda del baile en vez de unirse para buscar a las que estén a su altura. Con discursos y figuras de las vieja Bolivia no parecen ser una amenaza.

Sin embargo, habrá que ver cómo avanza esta contradicción interna del movimiento social que dirige el gobierno. Muchos de los que estaban en contra de la ruta del Tipnis fueron soldados evistas de la primera hora. Desde afuera intentaran profundizar la herida para convertir a ese frente en un espejo trizado.
Para eso Evo está frente al jenga, saca uno, se tambalea la torre, pone otro se asienta todo. Hasta el momento fue el presidente que más elevo el techo de maderitas, pero se le acercan tiempos difíciles en donde deberá pensar bien dónde y cómo pondrá la próxima ficha para continuar por la misma vía. De afuera soplan y soplan, pero todo depende de él y lo sabe.